jueves, abril 13, 2006


PATAGONIA - EL BAKER

Cuenta la leyenda que El Hielo se negaba a asumir que con la edad había perdido un poco de su fuerza.
Anciano, añoraba los tiempos en los que se extendía desde la estepa más allá de Chile Chico hasta el Pacífico cubriendo la tierra con un inmenso abrazo blanco.

Ese hielo en su retirada dejó como legado un mar interior, mar de agua dulce y pura decorado por el mejor diseñador que haya existido nunca LA MADRE NATURALEZA.

A pesar de estar arropado por glaciares, montañas y bosques, el Gran Lago se negaba a quedarse encerrado en tan bello lugar. Hijo del hielo, el Sheluen-Koi pidió a la Madre Naturaleza le dejara conservar el cordón umbilical que le uniera al Pacifico para, agradecido devolverle las aguas que lo habían creado.

La Naturaleza le dijo, ¿No estás bien en la casa que te he construido?

Si, respondió el Gran Lago, pero... Madre quisiera conocer que hay tras las montañas donde se pone el Sol.

Generosa, La Naturaleza accedió pero le advirtió que una de sus creaciones algún día le cambiaría el nombre.

Madre, no me importa como me llamen si con ello mis aguas pueden volver al mar.

Primero le abrió paso entre montañas, un único paso, suficiente para el Sheluen Koi, tuvo que renunciar a su nombre por el de Bertrand o Bertrán da igual, y finalmente LA NATURALEZA concedió al Gran Lago su deseo...EL BAKER.

El Gran Lago empujó y empujó con sus aguas, convocó a ríos, torrentes y cascadas para que alimentaran ese río que los llevaría a todos a “descubrir” otros mundos y...

El Baker empezó a abrirse camino, primero como un río joven y aparentemente manso.

Pronto se encontró con el Nef, se fundieron en un abrazo cromático y...

Aunando esfuerzos se abrieron paso escarbando una profunda garganta entre escarpadas montañas. Sus esfuerzos tuvieron éxito, a la salida les esperaba El Chacabuco que había oído hablar de la gesta protagonizada por un guerrero de aguas turquesa.

Ahora ya nada les podría detener, las aguas del Gran Lago serpenteando camino de Cochrane se disponían a realizar la última parte del viaje.

El Colonia puso sus aguas a disposición para empujar aún con más fuerza

Los bosques se acercaban a sus orillas para saludar el paso de las aguas y las montañas generosas se hicieron a un lado para no entorpecer el duro camino hasta que...

Por fin el Mar...

Grande fue la sorpresa de las aguas que al llegar a Bajo Písagua, llenas del polvo y el barro del viaje su fundieron en un abrazo fraternal con sus ancestros marinos.

Pumas y huemules, flamencos y cisnes de cuello negro festejaron el éxito del Sheluen-Koi y los cóndores alzaron su vuelo para contar por toda la Patagonia la gesta.

Pasaron miles de inviernos y primaveras, LA NATURALEZA fue trabajando para ordenar el trabajo de sus hijos y pensó en una nueva y extraña criatura, hija de acontecimientos casuales, como una de las elegidas para disfrutar de tantas maravillas.

Vinieron de todos los puntos cardinales, primero unos pocos, temerosos de la fuerza de esa tierra, capaz de derrumbar montañas y de cambiar el curso de los ríos.

En aquellos tiempos la única condición era integrarse en el medio, sin alterar el orden que La Madre había establecido, solo ella podía hacer y deshacer.

Lentamente esas criaturas llamadas humanos empezaron a creerse dueñas del lugar. Algunos seguían respetando las leyes, pero unos cuantos empezaron a talar árboles por el afán de poseer. Pero esas criaturas necesitaban más espacio, la tala no era suficiente, usaron el fuego y exterminaron millones y millones de seres vivos, hijos al igual que ellos de la misma Madre.

Los árboles preguntaron ¿Madre por qué?

La Naturaleza se enfadó, hizo que el día se volviera noche, llena de ira descargó fuego, agua, barro, derrumbo montañas, una noche cerca de Puerto Bertrand provocó una avalancha que hizo que El Baker cambiara el sentido del curso de sus aguas...pero de nada sirvió, esas criaturas parecían haber renegado de quien les creó y como la ratada, siguieron devorando la creación de su Madre.

Llegó a tal punto la depredación que con la inconsciencia del tonto y la desfachatez del ignorante quisieron cortar ese cordón umbilical, quisieron emular la Creación y creyendo ser creadores quisieron domar EL BAKER.

Dice la leyenda que la NATURALEZA desesperada llegó a pedir clemencia a esas criaturas...no le hicieron caso y hoy en día el Sheluen Koi pide permanentemente perdón a su Madre por haberle pedido EL BAKER...pero...

¿Qué será capaz de hacer si osamos cortar ese cordón umbilical sin su permiso?

Los más ancianos del lugar saben que algún día la Naturaleza recobrará el ánimo creador de antaño y cansada de las insolencias de ese hijo desagradecido, hará temblar la tierra volverá a escupir fuego y mandará al viento que sople con todas sus fuerzas para recobrar lo que solo a ella pertenece.

Solo una solución nos queda, volver al origen, recordar que fue ella quien nos puso aquí para disfrutar su maravillosa obra...aún estamos a tiempo.

NO PERMITAMOS QUE CORTEN EL BAKER

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