PATAGONIA 07 – CABO DOS BAHÍAS
Dos días en dos bahías que bien podrían haber sido cinco, o veinticinco.
A propósito de carteles, estos que les hemos mostrado son reflejo de la zona, escuetos, casi tímidos al igual que sus guanacos, con pocas palabras hablan del lugar sin necesidad de alardes. Esta modestia es síntoma que aún hoy día el lugar pasa algo desapercibido, pero con quien lo visita su modestia se transforma en generosidad ofreciendo un espectáculo insuperable, consiguiendo que sientas parte de “su orgullo” al conocer algo AUTÉNTICO.
La costa de pequeñas playas, salpicada de islas y acantilados rocosos siempre vestidos de rojo, (al igual que en Punta Tombo), tiene un “remoto parecido” con nuestra costa si no fuera por los pingüinos, leones, guanacos, choiques, aves de todo tipo, desde rapaces al pato vapor compartiendo escenario con martinetas y piches, (lo que decía el cartel del otro día, ni más ni menos).
Dos días en dos bahías que bien podrían haber sido cinco, o veinticinco.
A propósito de carteles, estos que les hemos mostrado son reflejo de la zona, escuetos, casi tímidos al igual que sus guanacos, con pocas palabras hablan del lugar sin necesidad de alardes. Esta modestia es síntoma que aún hoy día el lugar pasa algo desapercibido, pero con quien lo visita su modestia se transforma en generosidad ofreciendo un espectáculo insuperable, consiguiendo que sientas parte de “su orgullo” al conocer algo AUTÉNTICO.
La costa de pequeñas playas, salpicada de islas y acantilados rocosos siempre vestidos de rojo, (al igual que en Punta Tombo), tiene un “remoto parecido” con nuestra costa si no fuera por los pingüinos, leones, guanacos, choiques, aves de todo tipo, desde rapaces al pato vapor compartiendo escenario con martinetas y piches, (lo que decía el cartel del otro día, ni más ni menos).
Bajemos del mirador para ir al Cabo, allá al fondo cerca de La Isla Leones.
Desde ahí hasta la Isla Sur de Nueva Zelanda solo hay agua...ni la fuerza de tres océanos puede con ese baluarte pétreo, sentarse ahí es toda una experiencia.
Esa primera visita en un día nublado y con el mar en calma nos deparó el espectáculo de los lobos jugando muy cerca de esa cresta de piedra.
Esa ola era el objeto del deseo de unos intrépidos nadadores, tobogán por el que...
Los siempre curiosos amigos se divertían.
Pueden imaginarse que disfruté como un enano acercándome todo lo que pude al agua. Esto de andar con “cazamariposas fotográfico” añade emoción al asunto, tienes que suplir el zoom que no tienes con la aproximación física.
Las fotos de los “surfistas” están tomadas desde ahí abajo.
Al día siguiente en el mismo lugar...la marea alta y “la batidora” funcionando habían escondido el tobogán de los lobos. A pesar de que la foto no lo muestra, en esos momentos dos corrientes chocaban ahí delante provocando lo que denominan la “batidora”. Cuanta razón tenía Jorge, “ir a Isla Leones es complicado”.
Nos paseamos sin prisas, dejándonos sorprender por la naturaleza virgen
Por un abrazo reptil
Por el Pato Vapor, el “no Volador” intentando lo imposible.
Y a continuación les invitamos a que nos acompañen a la pingüinera...
¿Se apuntan?
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