domingo, abril 09, 2006


PATAGONIA - LECCIÓN DE HISTORIA CON DANKA IVANOFF WELLMANN

Primavera a orillas del Chelenko, acabábamos de llegar a Bahía Catalina y nuestros ojos estaban desbordados de belleza. Por primera vez estábamos viajando por Patagonia como se merece y las cabañas de Bahía Catalina nos ofrecían un marco que ni en sueños habríamos imaginado.

Álvaro y Miriam nos recibieron con suma amabilidad y la charla que tuvimos con ellos abrió la puerta a una amistad que se fue renovando a cada visita que hicimos a Coyhaique.

Mientras Álvaro preparaba el Pisco Sour observé que en la cabaña (decorada con el austero pero precioso gusto patagón) había una estantería con varios fósiles y algunos libros, entre ellos un librito con un título sorprendente Cinchando Pa’ no Aflojar.

Álvaro nos explicó el sentido del comentario y nos recomendó los libros de la escritora de Chile Chico...de Danka Ivanoff.

Más tarde, después de cenar quedamos fascinados leyendo esos dichos y decididos a tratar de encontrar el libro en Coyhaique. No solo lo encontré sino que pude adquirir dos libros más de la Sra. Ivanoff, la Guerra de Chile Chico y Caleta Tortel y su Isla de Los Muertos.

Esos días estuvimos por Chile Chico... la admiración que sus libros causaron estaba por llegar y me arrepiento de no haber tratado de conocerla personalmente.

Leí sus libros y al año siguiente estando en Tortel, tuve el placer de releer su libro sobre los trágicos hechos allá ocurridos.

Llevaba tiempo guardando su dirección y cuatro años después de haber leído por primera vez el Cinchando Pa’ No Aflojar me decidí a escribirle unas líneas y con alegría puedo decirles que su respuesta fue de las que uno guarda impresa.

En uno de sus correos nos decía: “las amistades no se buscan simplemente llegan solas” y para nuestra suerte se estableció un aleccionador contacto epistolar con Danka desde Chile Chico, que se ha visto desbordado por su extraordinaria respuesta.

Le sugerí una “charla virtual” a lo que Danka nos respondió:

Encantada responderé todas las preguntas y a lo mejor agregaré algo más.

Así pues, para El Guanaco vuelve a ser un gran honor poder compartir con ustedes una CHARLA CON DANKA IVANOFF WELLMANN.

Días atrás Danka nos escribió:

Es una tremenda satisfacción saber que los libros que he escrito y publicado con mucha humildad (y con bastante esfuerzo económico) andan dando vueltas por el mundo y que los lectores se encargan de recomendarlos.

Lo importante es difundir que esta tierra nueva (tenemos 103 años desde los primeros colonos) también tiene una historia, una historia distinta y mágica y los patagones tenemos una identidad propia, muy diferente al chileno en general.

Ahora les cuento un poco de mi vida: Tengo 59 años, casada hace 37 con Hugo, tenemos cuatro hijos y cuatro nietos. Me dedico a escribir, a investigar y recopilar documentos y más que nada dueña de casa por opción. Creo que cuando una es madre debe dedicarse 100% a los hijos. Después cuando estos crecen viene el tiempo para una. Puedo decir que soy feliz con mi opción y que veo el fruto en mis hijos.

Van a permitirme que les cuente un poco más de ella. Nacida en Chile Chico, hija de inmigrante búlgaro y de madre chilena descendiente de alemanes, su vida está íntimamente ligada a la región de Aysén.

Su abuelo materno trabajó para la Compañía Valle Chacabuco en la década del treinta y su padre fue por muchos años transportista de la citada compañía.

Es obligado relacionar algunos de sus trabajos para valorar el gran personaje que tenemos con nosotros.

Incansable en su afán de desentrañar la historia de la Patagonia Occidental ha publicado cuatro libros, los anteriormente mencionados más “Lucas Bridges El Señor del Baker” y actualmente tiene en imprenta un quinto titulado “Huellas de Mujer” (Memorias y testimonios femeninos de Aysén).
Tiene además algunos trabajos inéditos, uno sobre Butch Cassidy y Sundance Kid, otro titulado “Lago General Carrera Bitácora para su Historia” y tiempo atrás andaba investigando la historia de la minería en la década del 50 en el Lago Chelenco.

Ha escrito y publicado innumerables artículos en diarios y revistas, fue columnista del Divisadero de Coyhaique. Así mismo ha participado en varios Simposios y Encuentros de Historiadores Patagónicos tanto en Chile como en Argentina. Por ejemplo los realizados en Esquel en el año 1997 y Trevelin en el año 1999 sobre los bandoleros norteamericanos en Patagonia.

Creadora del Archivo Fotográfico Comunal de Chile Chico, responsable de la investigación histórica para la creación del Museo Barco Andes. Asesora e impulsora de numerosos proyectos como “Leyendo y Creando al Sur del Mundo” en 1998 o el “Proyecto Voz de Mujer” realizado en escuelas de la Provincia en el mismo año 98. Ha sido también delegada de su comuna en el Cabildo Nacional de la Cultura.

El Fondo Nacional del Libro y La Lectura reconoció su labor entregándole la Beca Nacional de Escritores en 1995.

Armando de Ramón dice de su libro la Guerra de Chile Chico:

“Un gran trabajo y un futuro muy brillante para una historiadora regional que usa categorías universales”

Pero Danka, con la humildad que solo tienen los verdaderamente grandes nos escribía:

Quiero contarles que de ninguna manera soy historiadora, apenas una investigadora de la historia patagónica y una enamorada de la historia en general.

Así pues vamos a disfrutar del privilegio que supone tener a Danka Ivanoff con nosotros y para empezar les invito a leer la página 5 de su libro Caleta Tortel y su Isla de Los Muertos.

“A todos los románticos que aman las aventuras, la naturaleza y las historias fantásticas, ellas siempre iluminan el alma del ser humano y permiten descubrir lo oculto que ha estado a la vista de todos por siglos, pero solo algunos – esos locos viajeros – pueden descubrirlo”

Decirles también que Danka Ivanoff nos ha enviado imágenes de Chile Chico tras la erupción del Hudson, documento histórico que nos honra poder publicar.

A los amigos de El Guanaco ¡¡¡prepárense para algo grande!!! no puedo más que sentirme honrado y privilegiado en invitarles a compartir una...

LECCIÓN DE HISTORIA CON DANKA IVANOFF WELLMANN

¿Puede contarnos un poco de la historia de su familia y de cómo vinieron a Patagonia?

Mi padre Valko Ivanoff Petcova, llegó a América en años posteriores a la Primera Guerra mundial proveniente de Bulgaria. Nacido en Vidin, al norte de ese país, debió pasar una infancia y una adolescencia entre conflictos bélicos que su país mantuvo con sus vecinos. Tenía poco más de veinte años cuando decidió buscar otro destino y se embarcó en el puerto de Pireo (Grecia) con destino a Argentina.

Los búlgaros que venían a América del Sur, normalmente tenían tres destinos, obreros de fábricas en Buenos Aires, obreros agrícolas en el Chaco argentino u obreros en el ferrocarril en la Patagonia. Mi padre optó por irse al Chaco y allí trabajó duramente como mecánico, ahorrando todo lo que ganaba y viviendo en condiciones bastantes precarias.

Después de cinco años, aparece en el lugar su hermano menor que también abandonó Bulgaria. Le enseñó todo lo que sabía y lo dejó en el trabajo en tanto él se fue a Buenos Aires en donde compró un taxi para ganarse la vida. Transcurridos un par de años decidió comprarse un camión, mandó a buscar a su hermano al Chaco y juntos viajaron a Comodoro Rivadavia. La Patagonia argentina acogió a mi padre y a su hermano y le dio todas las posibilidades.

Pocos años después tenía una flota de camiones en las que empleaba casi exclusivamente a paisanos búlgaros. Se integró plenamente en la sociedad comodorense, se hizo socio del club Aéreo de Comodoro y le tocó compartir con pilotos como Antoine de Saint Exupery quien trabajaba en esos años para la compañía aérea LATA de Argentina.

Se hizo conocido por los estancieros patagónicos por su responsabilidad y en la década del treinta fue contratado por la Compañía Ganadera Baker a través de su Administrador y accionista Lucas Bridges, de quien llegó a ser bastante amigo.

Cuando el Estado de Chile le exige a esta compañía sacar sus productos por el lago, don Lucas Bridges contrata en el año 1934 en Puerto Montt a un capitán para el barco que adquirieron, ese capitán fue mi abuelo Adolfo Wellmann Freibösse.

Mi padre se ve obligado a venir a Chile Chico en el año 1939 a buscar la lana y los productos de la Compañía y así conoce a mi abuelo y se hacen grandes amigos.

Cuando se produce la segunda guerra mundial, Lucas Bridges despide a mi abuelo y lo deja casi en la indefensión. El despido se hace por la rivalidad entre ingleses y alemanes que ese entonces era muy fuerte. En esos años mi familia materna estaba compuesta por el matrimonio y nueve hijos de un total de doce.

Mi madre aún se encontraba en Puerto Montt y había venido ocasionalmente a Chile Chico ya que ella vivía prácticamente con su abuela paterna.

Mi padre al ver a mi abuelo tan desesperado se va a Argentina, vende parte de su flota de camiones y compra dos embarcaciones, un vaporcito de 30 toneladas y un remolcador los que traslada por la pampa argentina en sus propios camiones hasta el lago Buenos Aires. Con eso le aseguraba un trabajo estable a mi abuelo y se aseguraba él de hacer un excelente negocio ya que el cabotaje lacustre daba excelentes resultados económicos.

Por esa época mi madre visita a su familia y por intermedio de mi abuelo conoce a mi padre quien se enamora perdidamente de ella. Mi padre tenía casi 42 años y mi madre había cumplido los 17 cuando contrajeron matrimonio en el año 1944. De ese matrimonio nacimos dos hijos y yo soy la menor. Mi padre falleció en Punta Arenas en el año 1967 y mi madre en Chile Chico en el año 1974.

¿Cómo era la vida en el Chile Chico en su infancia?

Mi infancia fue tremendamente feliz.

Nosotros éramos dos hijos pero tenía un total de once tíos (cuatro hombres y siete mujeres) y éramos una familia muy unida. Mis tíos menores tenían un poco más de edad que yo, pero la diferencia no era muy grande por lo que tuve grandes compañeros de juegos.

En esos años no existían los medios de comunicación actuales y en la lejanía de la Patagonia usábamos la imaginación. Mucha naturaleza, mucho paseo por los cerros a buscar puntas de flechas, a recolectar calafates (bayas tradicionales de la Patagonia) y a descubrir mundos encantados.

Donde otros veían una cordillera nosotros veíamos un castillo, nuestros botes, con los que con o sin permiso salíamos a navegar, eran las tres carabelas de Colón y teníamos el mundo en nuestras manos.

Frente a mi casa que se ubicaba a orilla del lago en el sector del muelle, durante el verano se apilaban cientos de bolsones de lana que constituían un gran desafío para todos los niños del pueblo que jugábamos allí escalando o simplemente contemplando el mundo desde la altura. Esos bolsones eran de 200 kilos cada uno y las rumas eran gigantescas.

En aquellos años Chile Chico era un pueblo muy chiquito y todos éramos como una gran familia. Recuerdo las Navidades y los años nuevos cuando salíamos por casi todas las casas a repartir saludos, recuerdo los cumpleaños que eran de numerosos invitados y recuerdo los años escolares con especial afecto.

La única escuela del lugar, una escuela pública y pobre, nos hizo aprender a valorar al ser humano como tal. No existieron en esos años diferencias sociales ni raciales ni de ningún tipo. Todos éramos niños con deberes y derechos y muchos de los amigos que allí obtuve, los conservo hasta hoy en que estoy por cumplir 60 años.

Por otra parte, en mi memoria tengo el recuerdo de mi abuela materna, (mi abuelo falleció dos años antes de mi nacimiento) una mujer de pequeña estatura, de pelo castaño y ojos azules que nos dejó grabadas las reglas de buena conducta y la tradicional disciplina alemana, pero que también nos legó la tenacidad y la valentía para enfrentar la vida. Viuda a los 36 años debió salir adelante con once de sus hijos (mi madre era la única casada) y sólo con la ayuda que le pudo proporcionar su yerno.

Otro recuerdo maravilloso es que en mi casa vivían varios paisanos búlgaros que trabajaban con mi padre y ellos constituían un manantial de conocimientos, canciones, bailes etc.

Comparando mi infancia con la de mis nietos debo decir que fui privilegiada con una gran familia que estaba constituida no solo por lazos sanguíneos, sino también por todos los habitantes del lugar que de alguna manera a una la cuidaban y la querían. Tal vez por eso amo a mi pueblo y a su gente y también por eso es que pienso terminar mis días en el pueblo que me vio nacer.

¿Cómo surge en usted la inquietud por dejar constancia de la historia de su tierra?

Una de las cosas que nos identifica a los aiseninos es el sentido de pertenencia con la naturaleza y su gente. Durante muchos años la región de Aysen estuvo muy desconectada del resto del país en todos los sentidos.
No teníamos una buena onda radial por lo que poco y nada se conocía de Chile, no recibíamos muchas revistas chilenas y los viajes no eran demasiado frecuentes.

Así, la vida social se desarrollaba en torno a contar las propias vivencias y a mí, tal vez porque mi padre era un hombre mayor, me encantaba escuchar a la gente “vieja”.

Por otra parte en mi escuela la gran mayoría de mis compañeros eran hijos de pobladores, de viejos colonos, y yo de alguna manera envidiaba la vida de ellos, verlos llegar en sus caballos a la escuela, verlos entusiasmados preparando el retorno a sus casas en el campo, me hacían sentir una gran admiración a esa clase de vida tan distinta a la mía. En esos años yo no encontraba que la vida de mi familia fuera interesante.

De esta manera fui adentrándome en el conocimiento de las historias patagónicas y siempre tuve una especial preocupación por indagar, por conocer a las personas y sus circunstancias
.

Cuando contraje matrimonio en el año 1968 me fui a vivir a Cochrane, un pequeño poblado de apenas cuarenta o cincuenta casas, muy alejado en esos años y lleno de historias. Allí fue donde hice mi primer trabajo investigativo.

Junto a mi amiga Rosa Gómez Miranda trabajamos duramente para escribir la historia de la región del Baker. Ese trabajo lo titulamos Raíces del Baker y lo ejecutamos entre los años 72 y 73, con mucho, pero mucho esfuerzo.

Logramos entrevistar a casi todos los antiguos pobladores y el libro lo escribimos a mano porque no teníamos una máquina de escribir. No fue posible conseguir financiamiento para editarlo, en aquellos años la Patagonia chilena no importaba mucho.

En 1977 mi esposo fue trasladado a Chile Chico y aquí comencé a trabajar en investigaciones y me atraía muy especialmente la historia de lo que se ha llamado Guerra de Chile Chico. Me atraía porque en esos años aún quedaban muchos de los protagonistas de ese hecho y las historias eran muy contradictorias según fuera el informante.

Con cuatro hijos pequeños, mi preocupación era fundamentalmente mi casa y no le dedicaba mucho tiempo a esta afición, pero eso sí que aprovechaba las circunstancias para ir dejando registro de mis entrevistas. Luego forme parte del CIEC, Centro de Investigación y Extensión Cultural de la Municipalidad de Chile Chico y por un largo tiempo conduje un programa radial de historia local y patagónica. Al mismo tiempo colaboraba con periodistas o investigadores y escribía en algunos diarios regionales.

En los tres libros que hemos podido leer se aprecia un muy importante trabajo de recopilación de datos, ¿Debió tener usted arduo trabajo, cómo hizo para reunir tanta información?

Durante varios años, fui una permanente fuente de consultas para periodistas, escritores, investigadores y visitas en la localidad, incluso para las autoridades. Hasta ahí no tenía nada publicado.

En una visita a la localidad, el historiador magallánico Mateo Martinic me visitó y me instó a publicar mi trabajo. No me atrevía a hacerlo ya que no me considero escritora, sino simplemente una investigadora autodidacta. Don Mateo Martinic valoró mi trabajo y me hizo ver que las muchas horas de investigación, el mucho trabajo que realizaba, yo lo estaba regalando a otros autores y muchas veces ni siquiera era mencionada como fuente de consulta.
Medité mucho sus palabras y al fin me decidí a postular al Fondo del libro y la Lectura y en 1995 obtuve la Beca Nacional de Escritores. Ese año era el primer año de esta beca y postularon más de quinientos escritores para veinte becas. Felizmente la obtuve y era una razonable suma de dinero que me permitió hacer varios talleres literarios en las escuelas de mi comuna y un taller de lectura en el centro penitenciario de la localidad, trabajo que me llenó de orgullo y que considero ha sido uno de los más hermosos que he realizado.
Con el resto del dinero me dedique a investigar en serio sobre la Guerra de Chile Chico. Consulte muchas fuentes, acudí a muchos pobladores, hice decenas de entrevistas, conseguí fotos y documentos.
Conseguí a través del entonces diputado Antonio Horvath tener acceso a la biblioteca del Congreso Nacional y revisar los archivos, lo que me permitió al fin dar a luz el libro “La Guerra de Chile Chico o los Sucesos del Lago Buenos Aires”.
Este libro en su primera edición fue financiado con la ayuda de mi marido quien pidió un préstamo para ello. Por cierto esta es una obra que me ha dado tremendas satisfacciones y que hace ya mucho tiempo traspasó las barreras regionales y nacionales. Hoy ese libro está en el portal de la Biblioteca nacional de Chile
www.memoriachilena.cl en el sitio sobre Aysen.

En resumen debo mi papel de escritora a don Mateo Martinic y por cierto al Fondo del Libro y la Lectura y sin ninguna duda a mi marido que ha sido y es el mayor apoyo con el que cuento, mi más leal admirador y también el más duro de mis críticos.

Le agradecería mucho un breve comentario sobre sus obras La Guerra de Chile Chico, Caleta Tortel y Cinchando.

De mis libros:

La Guerra de Chile Chico cuenta la historia de un enfrentamiento producido en el año 1918 entre los pobladores de la zona y los Carabineros del Ejército de Chile quienes fueron enviados por el gobierno de la época a desalojar a los colonos del lugar.
Todo se produce al existir intereses de grandes empresarios, con buenos contactos a nivel gubernamental, que veían el despegue económico de los pobladores y quisieron hacerse de estas tierras.

Los colonos se resisten y organizan un pequeño ejército de no más de cincuenta hombres y luchan contra los uniformados. Las armas de los colonos era rifles Winchester, revólveres y cuchillos, en tanto los uniformados trajeron todo tipo de pertrechos. Sin embargo, el ingenio, la osadía y la valentía permitieron a los colonos salir triunfantes.

Esta historia es apasionante y una de las más importantes en la joven historia de Aysen (tenemos un poco más de cien años de ocupación). Si este historia fuera de México ya sería película, pero sucedió en la lejana y olvidada Patagonia Chilena. El libro está agotado en su tercera edición

Caleta Tortel y su Isla de los Muertos relata la historia de un grupo de trabajadores chilotes que resultó muerto en Bajo Písagua en las cercanías de Tortel.(Desembocadura del río Baker)

Es una apasionante historia, llena de misterio y el libro tiene el mérito de presentar el primer y único documento que se conoce relatado por un protagonista. En este libro se dan todas las versiones que se conocen. Está agotado en su segunda edición y con posibilidades de salir este año.

Cinchando Pa’ no Aflojar es un pequeño libro que contiene dichos patagónicos, vocabulario, costumbres, creencias y anécdotas de la zona. Sale totalmente de mi temática que es la historia, pero quise hacerlo para preservar de alguna manera nuestra identidad.
El hombre de Aysen que vivió tantos años en la más absoluta soledad, fue un gran observador de la naturaleza y de ésta sacó sus máximas o sentencias que las aplicó en su vida cotidiana. Este es un libro divertido, liviano, simpático y que nos representa en nuestra esencia de patagones. No tiene pretensiones académicas, sino simplemente mostrarnos como somos.

La mayor parte de mis libros son autoeditados, aunque con el Lucas Bridges conseguí financiamiento del FONDART (Fondo Nacional de desarrollo de las artes). No he podido nunca hacer un libro con una buena calidad de impresión, ya que los fondos son escasos y la verdad es que los dedico más a la investigación que al formato. Paso el aviso de que busco un mecenas para reeditar mis trabajos.
Lo cierto es que publicar en Chile es bastante caro y los autores regionales, aunque contemos excelentes historias y estos relatos sean amenos y a la vez serios, no tenemos mucha cobertura a nivel nacional. El centralismo en todo orden de cosas es muy fuerte y siempre se privilegian a los autores de Santiago o de las grandes ciudades.

¿Que cree que significó Lucas Bridges para la región?

Sobre Lucas Bridges: No sé si la pregunta es sobre el libro o el personaje.

Sobre el libro en realidad en la región no ha sido de gran demanda, pero si lo ha sido en Argentina e incluso Europa.
Lucas Bridges es un personaje patagónico al que desgraciadamente le han dado la fama de siniestro. En la historia de Aysen hay mucho de leyenda y una de ellas involucra a Lucas Bridges en los sucesos de 1906 en Bajo Písagua y lo sindican como el autor de las muertes de los trabajadores chilotes, en circunstancias que él llegó a la zona casi veinte años después.

Yo no tengo duda alguna para decir que Lucas Bridges fue un hombre extraordinario, que hizo grandes cosas por la zona del Baker y que si hoy vivieran unos tres o cuatro hombres como él en nuestra zona, todo sería muy distinto.

Danka, ¿Sigue el trabajo sobre los bandoleros?, ¿Qué tal estuvieron los simposios a los que acudió?

Sigo tras la huella de Butch Cassiddy y Sundance Kid y cada día más interesada. Siempre he dicho que la historia es igual a un telar con hilos verticales y horizontales. Los verticales son las cosas que suceden aquí, en el lugar, las horizontales son aquellas que conectan nuestra vida con otros sucesos, otras historias.

En el caso de los bandidos norteamericanos hay mucho de vertical (en Patagonia) y mucho de horizontal y un gran misterio. Sigo sosteniendo que los bandidos no murieron en Bolivia y sigo sosteniendo que ellos estuvieron en parte de la Patagonia Chilena.
Asistí a dos simposios realizados uno en Esquel y otro en Trevelín, Argentina, pero la verdad es que no quedé completamente satisfecha. Soy enemiga de las aseveraciones en la historia. Pienso que los relatos de hechos de los cuales no hay registros documentales, si no más bien están basados en la oralidad, se debe tener especial cuidado en escuchar todas las versiones, cotejar, sopesar y no necesariamente quedarse con la versión que da el autor más vendido o comentado.

En Trevelín no tuvimos la posibilidad de escuchar a Francisco Juarez, un autor argentino que lleva muchos años en esta investigación y en Esquel se hizo caso omiso de algunas líneas presentadas por Ricardo Vallmitjana que curiosamente eran muy semejantes a mi propia línea investigativa. Se ha hecho mucho relleno en la historia con el posterior caso del rapto del hacendado Lucio Ramos Otero, realizado por otros bandidos norteamericanos y se han mezclado las historias.
Pienso que el tema de Butch y Sundance es apasionante y con las nuevas tecnologías que ahora hay en el mundo el misterio podría descifrarse. Es un tema apasionante y del cual puedo hablar horas.

Le agradeceríamos si nos cuenta un poco como vivió la erupción del Hudson.

Me ha tocado la triste experiencia de vivir dos erupciones del Hudson.

La primera en Cochrane, con un hijo de un año y medio y embarazada de mi segundo hijo. Fue en agosto de 1971. Estaba sola en casa porque mi marido estaba en comisión de servicio. Como a las once de la noche comenzaron los ruidos, primero lejanos, después muy potentes, los perros aullaban, cantaban los gallos, relinchaban los caballos. No había ni una sola luz en el pueblo (no existía la luz eléctrica). La radio era imposible sintonizarla y los truenos eran aterradores.

Mi intención fue en un primer momento acudir al retén de carabineros y quedarme allí, al menos acompañada... estaba aterrada. Me mantuve toda la noche vestida, acurrucando a mi hijo y esperando que llegara el amanecer para saber que hacer. Apenas despuntó el alba salí a la calle, pero en esos momentos no vi a nadie. Poco después vi a un vecino y pregunté que pasaba y ahí supe de la erupción del Hudson.
En Cochrane cayó una pequeña cantidad de ceniza que apenas se notó y en la segunda noche fue todo normal.

La segunda erupción fue terrible. Curiosamente fue 20 años después y en el mismo mes. Se sabía que el volcán había hecho erupción e incluso en las noches se podían ver muy a la distancias las luces de la lava encendida (estamos a 200 km. en línea recta). Pero el 12 de agosto de 1991 el viento cambió de dirección y ahí fue terrible para nosotros. Fueron tres días y tres noches de oscuridad. El cielo se abría una hora al día, y día y noche los truenos y relámpagos eran aterradores.
Cuando comenzó a caer la ceniza en el pueblo yo estaba dictando una charla y acudí a casa inmediatamente. La distancia era de dos cuadras y llegue con mi abrigo completamente apolillado. La ceniza caía caliente y eso hacía que se quemara la ropa. Cayó una gran cantidad de cenizas que cubrió todo, techos, calles, ríos, caminos etc.

Fueron días de mucha incertidumbre y creo que nos complicó la vida hasta hoy, porque muchos de nosotros pensamos que ahora estamos teniendo las consecuencias de haber estado tan expuestos a esa inmensa cantidad de minerales y gases que aspiramos durante meses y años. Hay en las zonas expuestas a la erupción volcánica una gran cantidad de personas enfermas de los huesos y del sistema respiratorio y es posible que la causa esté en ese acontecimiento.

En tiempo presente, va a ser muy interesante leer a una mujer patagona hablando de mujeres de Patagonia ya que parece que la historia de esa tierra sólo la hicieron los hombres...de hecho querida Danka, usted es un ejemplo de la fuerza de las mujeres de su tierra. ¿Puede anticiparnos un poco del Huellas de Mujer?

Mi próximo libro se llama “Huellas de Mujer, Memorias y testimonios femeninos de Aysen”. Es un libro basado en la oralidad y debo confesar que ha sido el más difícil. Por esencia soy una investigadora de documentos y me costó trabajar la oralidad. En el libro son las propias mujeres las que relatan sus experiencias de vida en la Patagonia, sus angustias, sus miedos, sus alegrías y sus esperanzas. Son mujeres cotidianas, dueñas de casa, campesinas, y he querido escribir este libro para demostrar que Aysen también ha forjado su historia de la mano de la mujer.
El libro es de cuatro capítulos: Las mujeres del Lago, Las Mujeres del Sur, Las Mujeres del Valle y Las Mujeres de Hoy. Cada capítulo va iniciado a manera de relato de un hecho real de alguna de las protagonistas del libro y a través de ella voy contando la vida de otras mujeres. Espero que sea un libro exitoso.

Si lo cree oportuno aquí queríamos hacer inciso en que ustedes las chilenas y chilenos, tienen la primera mujer presidente de Sudamérica, desde el punto de vista de mujer en Patagonia ¿Cree positivo este hecho?

La elección de Michelle Bachelet no fue una sorpresa para nadie ya que ella es una mujer de mucho carisma. Lo sorpresivo ha sido su estilo de gobernar, sin darle un papel predominante a los partidos políticos y siendo inclusiva en mucha de sus iniciativas.
Es posible que cumpla con lo que dice: que es la Presidente de todos los chilenos, hasta ahora así lo hemos sentido. Chile tiene fama de ser un país bastante conservador, pero la realidad es muy distinta. Somos bastante osados, lo que pasa que no tenemos la exuberancia de los argentinos o brasileros.
La mujer en Chile desde hace bastante rato ha venido ocupando cargos relevantes. Apenas conquistado el voto femenino tuvimos mujeres parlamentarias, nuestras periodistas han sido mucho más sagaces que sus colegas varones y mal que mal, una mujer chilena obtuvo el primer premio Nóbel de Latinoamérica.
Hoy hay muchas mujeres profesionales en todas las áreas, desde la tradicional maestra hasta la intrépida mujer aviadora de un F16 y por último no olvidemos a nuestras abuelas voladoras, dos mujeres mayores de 60 años que hace poco hicieron un periplo mundial en un avión bi motor con mucho éxito.
Por último no podemos olvidar a Isabel Allende, la más marqueteada autora chilena y latinoamericana. En la Patagonia, si bien es cierto las mujeres no han tenido el reconocimiento de la historia, no es menos cierto que han sido ellas las que han llevado la iniciativa en muchas cosas importantes y además han sido tremendamente valientes para vivir en un territorio que es maravilloso pero también muy agresivo.

Preguntarle sobre la vida cotidiana de Chile Chico, por ejemplo ¿Cómo es el Chile Chico del 2006?

La vida en Chile Chico transcurre plácidamente. Hay un viejo dicho que dice “Quien se apura en la Patagonia pierde el tiempo” y aquí eso es muy cierto. No hay que apurarse para tomar el tren porque no existe, para tomar el bus, porque tampoco existe, para ir al supermercado, porque los dos o tres que existen están a la vuelta de la esquina.
Es un pueblo seguro donde es posible salir y dejar la casa sin llave porque nadie le roba a nadie (salvo cosas menores de vez en cuando)
No tenemos cine ni tampoco salas de baile o una variedad de restaurantes. La vida se hace en casa, se lee mucho, se comparte con amigos y se ve mucha televisión.

¿Duros los inviernos?

Los inviernos no son demasiado duros porque tenemos un microclima. Las casas se calefaccionan con leña lo que le da un toque mucho más hogareño y cálido.

¿Qué tal anda la gente joven, tienen opciones de futuro aquí mismo o prefieren marcharse?

La juventud no tiene muchas posibilidades. Nuestros hijos salen a estudiar fuera de la región y no tienen muchas posibilidades de volver a ella. En mi caso soy privilegiada, tengo cuatro hijos, un profesor de historia, un arquitecto, una psicóloga y una agrónoma. Los tres primeros trabajan acá y la última piensa venirse en breve plazo. Aman su tierra y su proyecto de vida lo están haciendo en ella. Tengo la suerte de tener cuatro nietos y verlos diariamente y disfrutar enormemente de ellos. Pero en general los jóvenes deben irse a otras zonas para poder tener un buen trabajo.

Recuerdo una conversación con un perito agrónomo que nos contaba de la excelencia de las cerezas de Chile Chico, pero que dada la distancia ustedes tenían problemas logísticos para dar salida a sus productos ¿Se fue solucionando el tema?

El proyecto de las cerezas ha ido creciendo lentamente. Ya se han hecho exportaciones a Francia e Inglaterra y nuestras cerezas son altamente cotizadas porque son bastante tardías en relación al hemisferio sur lo que hace que lleguen a los mercados europeos en una época en que otro productores ya han agotado su stock. Además son orgánicas y muy, pero muy sabrosas. El primer embarque fue de tres mil kilos y este año superamos los diez mil kilos. Todo un éxito. Hoy Chile Chico tiene un camino con doble tratamiento asfáltico que se conecta con Argentina y desde allí todo es carretera asfaltada.

¿Cómo esta el Turismo?, ¿Cree que es un factor a tener en cuenta?, ¿Que recomendaría a quien quisiera visitar su región?

El turismo debiera ser el futuro de Aysen. Esta región tiene un tremendo potencial. De una belleza increíble se puede pasar de un paisaje a otro.

Tenemos estepa, bosques, ríos, lagos, ventisqueros etc.,todo por descubrir, pero yo pienso que nuestra gran riqueza está en la gente.

A quienes visitan nuestra región yo les recomiendo que no se detengan solo en la naturaleza, sino también descubran la geografía humana, conversen con los habitantes comunes y corrientes y descubrirán bellas historias .

En Aysen todo es hermoso.

El norte de la región, Palena, Futaleufú, Puyuhuapi, el centro de la región con Puerto Aysen y alrededores, Coyhaique y sus decenas de lagos aledaños y el sur con el gran lago General Carrera.

La capilla del Mármol, los campos de hielo, Cochrane, el monte San Lorenzo, Caleta Tortel, Lago O’Higgins y a través de Chile Chico se pueden conectar con Argentina y toda la belleza de la Patagonia oriental.

Si me piden un lugar específico digo Caleta Tortel, los ventisqueros cercanos como el Steffen y el Montt, la reserva nacional Katalalixar y por último toda la carretera austral.

No busquen grandes hoteles. De haberlos los hay, pero creo que mi consejo apunta a conocer lo cotidiano, las pequeñas pensiones o posadas donde dormirán en una buena cama, comerán una comida sencilla y podrán compartir con la gente de la zona.
Para un europeo viajar en Aysen es relativamente económico, pero un viaje no estaría completo sin tener el conocimiento de la historia y la leyenda. Aysen es una tierra de mucha magia y de vibras positivas. Los caminos no son malos, no son súper carreteras, pero el que busca hoteles cinco estrellas y súper carreteras es mejor que viaje por la ribera mediterránea. La Patagonia es una experiencia única y maravillosa.

En Chile Chico podrán encontrar en el verano días espectaculares con 30 o 32 grados de temperatura y con la posibilidad de bañarse en las maravillosas aguas del lago General Carrera.
Podrán también probar una variedad de frutas y verduras frescas, sabrosos salmones y truchas y el infaltable asado de cordero. Los restaurantes son muy sencillos pero cordiales y vuelvo a decir: lo mejor es la gente.

Chile Chico posee además una de las minas de oro y plata más australes del planeta y eso también es importante para nuestra economía.

Otro lugar maravilloso para conocer es Cerro Castillo en la Comuna de Ibáñez y por último un lugar con el cual yo alucino:

El paso de Las Llaves, un tramo de la carretera que conecta Chile Chico con Mallín Grande y desde el que es posible ver la inmensidad del lago General Carrera, el monte San Valentín y el Campo de Hielo Norte y donde se tiene la sensación de poder tocar el cielo. Es un camino al borde de un acantilado y realmente es precioso.

Nuestra región se caracteriza por el viento, sin embargo el viento también tiene su magia. No en cualquier parte una retrocede en vez de avanzar cuando va caminando por las amplias calles del pueblo y eso puede resultar una experiencia divertida si se toma con humor.

Vengan a vernos. No se arrepentirán.

Lo único malo para nuestras proyecciones turísticas es el mega proyecto de Endesa España que está empeñada en instalar cuatro centrales hidroeléctricas en Aysen. Dos de ellas se ubican en el río Baker y dos en el río Pascua.

En el Baker son más de diez mil hectáreas que se inundarían y con ello no solo se perdería una gran cantidad de flora y fauna nativa, sino también se contaminaría visualmente el paisaje, el río Baker dejaría de ser el gran atractivo para los deportistas y además se instalarían centenares de kilómetros de cables que cruzarían la región de punta a cabo.

Para que esto no ocurra, teniendo conciencia de la necesidad energética de Chile, sabiendo que el Baker es el río más caudaloso de Chile, es que pedimos a quienes puedan ayudarnos a darnos alternativas y a defender nuestro derecho de conservar nuestros ríos como los hizo la naturaleza. Curiosamente en países tecnificados las centrales hidroeléctricas están en retirada, pero Endesa España ve un gran negocio al instalarse en Aysen y lo peor es que cuenta con el aval de muchas actuales autoridades y con las de la administración anterior.

Sería para nosotros una catástrofe las instalaciones de mega centrales. Sin ser docta en el tema pero en base a información, creo que podrían construirse centrales de paso, o bien buscar ríos encajonados en los cuales el impacto no sería tan grande. Por otra parte pienso que estos nuevos cuatro espejos de agua de grandes proporciones traerían en el futuro cambios climáticos importantes.
En realidad compatibilizar el progreso con la conservación del medio ambiente es bastante difícil, pero creo que no imposible. Hago un llamado a la cooperación internacional en la lucha que estamos dando en Aysen para que Endesa España reconsidere su proyecto.

El Guanaco se suma a este llamado y se horroriza solo de pensar que espacios como este estén en peligro de extinción en aras del progreso en pleno siglo XXI...por favor.

Bien amigos, ha sido in verdadero privilegio poder “charlar con Chile Chico”, con Danka Ivanoff Wellmann y queremos expresar nuestra admiración y gratitud por esta extraordinaria lección de HISTORIA y HUMANIDAD en mayúsculas.

Iniciamos nuestra charla a orillas del Lago Chelenko, y en sus orillas la acabaremos, no sin antes recibir la penúltima lección de Historia que nos ha regalado Danka:

Hay un dato curioso, el nombre Chelenco para el Lago Buenos Aires-General Carrera fue puesto por el geógrafo español Juan de la Cruz de Cano y Olmedilla en un mapa publicado por los años 1700 y algo (si mal no recuerdo 1763), pero este topónimo nunca tuvo mucha repercusión, incluso hay historiadores que aseveran que este nombre fue puesto al actual lago Cochrane-Puyrredon.

Hace algunos años atrás la empresa Mar del Sur realizó un concurso para ponerle nombre a una de sus embarcaciones que serviría el cabotaje lacustre. Participé proponiendo el nombre Chelenco, ya que soy una convencida de que Cano y Olmedilla se refería a éste lago ya que además dibujaba el río Baker
(nominado como el río de los caucahues bravos y el estuario de dicho río como Calén). Gané el concurso y desde ese entonces el nombre Chelenco se ha hecho conocido y hay quienes quieren rebautizar el lago con ese nombre en toda su extensión (chileno-argentino).

Mi teoria es que Cano y Olmedilla "castellanizó el nombre y que este habría sido algo así como Sheluen Koi que tendría como significado “lago turbulento” o “lago de temporales”.

Defino: Sheluen: temporal, Koi: lago o laguna.

El Guanaco Volador quiere dedicar esta entrega a la memoria del malogrado Álvaro Ríos.

Danka nos escribe:

Me alegra sobremanera el saber que fue Álvaro (Q.E.P.D.) quien nos presentó. Álvaro fue un buen amigo y un gran admirador de mi obra y aún me apena su partida.

Amigos de El Guanaco, reciban de Danka:

Un gran abrazo desde la Patagonia, la tierra de la magia y la leyenda.

DANKA MUCHISIMAS GRACIAS

9 comentarios:

verniciousknids dijo...

Wow, what stunning imagery :)

El Guanaco Volador dijo...

Hola Claudio, muchísimas gracias por tu comentario.

He solicitado permiso a Danka para pasarte su dirección.

De todos modos sibuscas en el Google por su nombre seguro que lo encuentras.

Nuevamente gracias

El Guanaco Volador dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
canito dijo...

genial, yo vivi la erupcion del hudson en el 91, me encantaria compartir mas relatos y vivencias de dicha aterradora experincia

El Guanaco Volador dijo...

Hola Claudio, agradezco el comentario y tu ofrecimiento.

Dime donde te puedo escribir y me pondré en contacto

El Guanaco.

Anónimo dijo...

Que emoción sentí al encontrar esta página , me gustaria mucho contactarme con personas de caleta tortel , porque está en mis sueños y quiero ir a vivir allá , soy profesora y me enamoré del sur y la magia de caleta tortel , ojala alguien me escriba
mi correo es alveal_2@hotmail.com

cachalotus dijo...

Estimados: me emociono leer la nota a Danka; a quien conoci en Chile Chico mediante mi amigo Marcos Oliva Day; disfrute de sus libros,y recibi El Señor del Baker con su dedicatoria;los felicito por alimentar la memoria y dar espacio a gente que engrandece el esfuerzo patagonico (chileno/argentino).Gracias po poder compartirlo
obidabehere@gmail.com

cachalotus dijo...

Estimados: me emociono leer la entrevista a Danka; tuve el honor de conocerla en Chile Chico a travez de mi amigo Marcos Oliva Day;e leido su libro sobre la Guerra de Chile Chico y recibi de Danka "El Señor del Baker"; es muy valorable su labor por rescatar la memoria,y mas desde donde lo hace Danka.Como patagonico me enorgullece ver en vuestro blog esta nota.Vivo en Puerto Deseado; gracias por poder compartir esta nota
obidabehere@gmail.com

Anónimo dijo...

Hace más de10 años atrás estuve viviendo en Coyhaique y tuve la oportunidad de comprar su libro Caleta Tortel y su isla de los muertos, en una tienda que recuerdo estaba en la calle Horn. Es de esos hallazgos que he guardado como tesoro puesto que intuyo que son libros que no se publican en grandes cantidades y su contenido es absolutamente sorprendente y enriquecedor. Ahí mismo compré otros que se llaman Delirium Tremens de Jaime Casas y Aisén Voces y Costumbres de Leonel Galindo. Fantásticos.
Lorena