miércoles, mayo 24, 2006


PATAGONIA – HISTORIAS DE FRONTERAS Y LIMITES

Les prometí un muy interesante resumen que nos mandó Brígida Baeza de su trabajo “Procesos identitarios en el espacio fronterizo de Futaleufú, chilenos, galeses y `los otros´,

Como lo prometido es deuda, aquí lo tienen...ilustrado con una foto tomada en Trevelin y remitida por la misma Brígida.

Dice Brígida:

A modo de síntesis de mi tesis de maestría les transcribo parte de la introducción y de la conclusión:

De la Introducción:

“La forma elegida para dar cuenta del proceso de fronterización en el lado argentino de la frontera de Futaleufú, está constituida por la elección de un arco temporal de larga duración (1902-2002). Dicha selección no es caprichosa, dado que en 1902 se delimitó la frontera física entre Chile y Argentina por medio de un acto de autodeterminación por parte de los habitantes galeses, recordado en la memoria colectiva como “El Plebiscito”. El año 2002 constituye un hito en las prácticas conmemorativas del pueblo de Trevelin, dado que el “Centenario del Plebiscito” constituyó la celebración de mayor magnitud de las últimas décadas. Para los trevelinenses este hecho representó un momento de balances y de trazar proyectos hacia nuevos horizontes...

...Hacia fines de 1930 la población de Trevelin estaba compuesta mayoritariamente por chilenos, siguiendo en orden argentinos y en menor medida, galeses, vascos y turcos (TROIANO, 1999). En respuesta a esta heterogeneidad el estado nacional implementó numerosas políticas asimilacionistas mediante las instituciones “territorianas” para lograr la nacionalización de estos grupos de inmigrantes, a los cuales hay que sumar también la presencia de indígenas mayoritariamente mapuches.

...En el caso de Trevelin, centrar el análisis en el grupo de galeses y chilenos, permite contrastar la forma en que el Estado argentino (nacional, provincial y municipal) considera a dos grupos contrapuestos: los primeros dentro de los parámetros de la “inmigración deseada”, y los segundos dentro de la “inmigración indeseada” básicamente por su carácter espontáneo. Sobre el primero de los grupos se depositarán las características locales del “ser argentino”. En cambio, los chilenos serán vistos como un grupo poseedor de una “manera de ser” inadecuada y conflictiva. Esta traducción local del modelo “Civilización y Barbarie” de la Generación del ´37 es recuperada también en el aspecto de imposición de lo que las autoridades estatales consideraban el modelo identitario adecuado. Sin embargo, no fue un proceso armónico dado que en el caso de los galeses, se trata de un grupo social de fuertes lazos étnicos, elementos que entraban en competencia con los deseos homogeneizadores del estado argentino...

...Sin duda, en la frontera patagónica y, particularmente en la de Futaleufú, se destaca la especificidad que adquirió el nacionalismo. Por lo tanto nos proponemos analizar qué “préstamos” se tomaron del Estado nacional desde el Estado provincial y municipal; pero, por sobre todo, qué aspectos particulares de las identificaciones de sus actores se desecharon, recuperaron y transformaron...

...el grupo de galeses acompañó e impulsó el proceso de colonización estatal, por lo tanto su posicionamiento dentro de la estructura económico-social quedó legitimado desde el comienzo. En cambio, el grupo de chilenos siempre se encontró en desventajas para posicionarse en la sociedad trevelinense, sobre todo como propietarios de tierras.

Uno de los caminos que permite observar el papel destacado de los galeses como grupo portador del status que poseen los “grupos fundadores”, es el análisis de las conmemoraciones, museos, relatos, o el mismo cementerio de la comunidad. Sobre todo a partir de mediados del siglo XX, se construyó una memoria colectiva cuya producción se intentó imponer como una memoria supuestamente común a todos los grupos que habitan Trevelin. Quienes asumen el control de la memoria y el olvido, deciden también qué se recordará y qué no dentro de una comunidad, de allí que este proceso se encuentre vinculado a otras contradicciones sociales. Sin embargo, ese control nunca es absoluto y las disputas sociales implican disputas sobre la memoria. De allí que, a lo largo de los capítulos de la tesis, se brinda un lugar primordial al análisis de las prácticas sociales de conmemoración -tanto oficiales como privadas- que constituyen los principales hitos del calendario de celebraciones de la localidad de Trevelin.

...Una de las cuestiones centrales de la presente tesis es explicar porqué el grupo de mayor cohesión étnica, es decir el de los galeses, fue el elegido para ser portadores del ser argentino...”

Sorpresas cerca de la frontera
De las conclusiones:

“El recorrido propuesto, desde la periferia hacia el centro, fue abordado desde una perspectiva temporal dinámica. En el primer capítulo la centralidad del análisis de las prácticas sociales del presente en Trevelin permitió generar una serie de interrogantes que en parte se abordan en los siguientes capítulos. Básicamente la relevancia de todo lo vinculado a la colectividad del grupo de galeses en el calendario de celebraciones locales provoca la atención frente a la ausencia de otros grupos como los chilenos. El capítulo dos aborda de qué forma se fue construyendo una representación positiva de los galeses por parte de los representantes del estado en Trevelin, dado que en principio predominaron las actitudes de oposición al conjunto de rasgos que los identificaban como grupo étnico. El proceso de asimilación y modelación identitaria nacional tuvo que enfrentarse, y también realizar importantes concesiones, a los galeses, por tratarse de un grupo posesionado en forma “privilegiada” tanto en la estructura social como en la posesión de capital cultural.

Totalmente diferente se presenta la situación del grupo de chilenos instalados en Trevelin, que se aborda en el último capítulo de la tesis. A diferencia de los galeses, que son interpelados por el estado como parte de la “inmigración deseada”, en el caso de los chilenos se resalta su carácter de “inmigrante espontáneo-invasor” en cuanto a su adscripción nacional por pertenecer a un estado “expansionista y agresivo”, lo cual se traduce en una serie de señales identitarias negativas que remiten a categorías de grupo étnico. Ni como inmigrantes chilenos ni como inmigrantes que adhieren a la chilenidad responden a los valores de argentinidad que el estado argentino intentaba imponer en Trevelin.

A diferencia de otros espacios fronterizos de la Patagonia Austral como Río Turbio, donde la presencia estatal se traducía en la producción de soberanía nacional a través de una empresa carbonífera, u otros como Neuquén donde YPF actuó de manera similar; el caso analizado permite aproximarse a las características que adopta la construcción de rasgos identitarios nacionales en espacios fronterizos donde existe ausencia de grupos supuestamente nacionales. Este proceso provoca la re-significación del modelo implementado en el ámbito nacional, con rasgos propios del grupo “elegido” como futuro portador de la argentinidad. Este proyecto no es exitoso en lo inmediato porque deberá incorporar y negociar determinados aspectos del conjunto de rasgos que se definirán como parte de lo nacional. Tanto el grado y las características de las interacciones entre los diferentes grupos sociales y el estado, como sus transformaciones vinculadas al contexto histórico, provocan la formación de una escala de alteridad que corresponde a los parámetros locales, del ser argentino-trevelinense. Esto se traduce en la formación de fronteras sociales reproducidas espacialmente al interior de la localidad, y que reproduce el formato de la frontera/muro impuesta a nivel macro entre los dos estados. Este proceso deberá ser investigado en otros espacios fronterizos donde se presente la ausencia de un grupo social como el galés, y donde sea la heterogeneidad de grupos étnicos y nacionales el rasgo relevante.

Lo señalado alude al proceso de fronterización del espacio fronterizo de Futaleufú. Lo cual implicó una serie de modificaciones a nivel de la subjetividad de los grupos sociales locales. Por un lado, a lo largo del siglo XX, el Estado nacional impuso su rol como modelador de identificaciones colectivas. Este proceso no estuvo exento de contradicciones y vaivenes provocados, fundamentalmente porque ninguno de los grupos que habitaban Trevelin, hacia principios del siglo XX respondía plenamente a los postulados del criollismo argentino. Si bien las instituciones “territorianas” como “agentes” representantes del estado, reprodujeron el formato utilizado a nivel nacional; sin embargo, el modelo fue adaptado y redefinido bajo términos locales. Tal como lo señalamos anteriormente el grupo de galeses, a pesar de los conflictos y la imprecisión –por parte del Estado argentino- para designarlos y definirlos, fueron el grupo “elegido” para promover la argentinidad en el espacio fronterizo de Futaleufú. En rigor, este es el resultado de cómo habría de ser leída la situación interétnica local desde el relato nacional de europeidad que ya se había convertido en hegemónico. Por oposición y contraste, el grupo de chilenos, tanto en los rasgos identificatorios como organizacionales sería el depositario de las características que se atribuyen a los inmigrantes “invasores”.

Por supuesto que estas consideraciones aluden a condiciones objetivas y estructurales, como el accionar del estado por medio de políticas culturales y modelos de ciudadanía. El proceso histórico no es un movimiento armónico ni se reproduce en los actores bajo el mismo formato con el que es pensado desde el centro. Sin embargo, básicamente fue el adoptado tanto por el estado provincial como municipal, quizás con mayor sutileza pero en forma mucho más definida y clara. Los galeses pasan a constituirse en el eje sobre el que se construyen las identificaciones provinciales. Modelo recuperado desde la Dirección de Cultura municipal de Trevelin, porque tiene como propósito también la revalorización de la memoria histórica local, paralela a su exhibición en función del desarrollo de una alternativa económica, tal como lo representa el turismo.

El proceso anteriormente mencionado se interrelaciona con otro vinculado a las prácticas de los actores locales. Las categorías actuales que definen “el ser galés” en Trevelin, lejos de ser una adscripción monolítica, tienen una pluralidad de significados de acuerdo a las circunstancias y sectores que existen dentro del mismo grupo. De modo similar, “el ser chileno” aparentemente refiere a un conjunto de identificaciones ligadas a la nacionalidad chilena, así como al comportamiento y carácter organizacional del grupo de chilenos en Trevelin, es decir a un proceso de etnicización de la definición identitaria.

Cuando los galeses llegaron a La Colonia era un grupo con fuertes patrones culturales. Pensaban reproducir esos rasgos en una forma mucho más definida y constante a través del tiempo, por tratarse el Valle 16 de Octubre de un lugar donde sería escaso el contacto con otros grupos sociales, y sobre todo con el estado argentino. Sin embargo, los resultados del Plebiscito de 1902, provocaron el paulatino abandono del proyecto “aislacionista”. Por el contrario, excepto los proyectos económicos que hasta la década del ´40 gozaron de autonomía estatal, a nivel de las producciones simbólicas se dio una competencia con el modelo asimilacionista. En un principio, los agentes del estado argentino impusieron esto de manera violenta. Pero que hacia 1960 contó con la total complacencia, no se debe perder de vista que fueron los descendientes de los primeros galeses quienes llevaron adelante las Comisiones de Festejos Patrios y la defensa del territorio de la frontera frente al extranjero. Los espacios de socialización galesa lograban una fuerte cohesión interna del grupo, además de asegurar la reproducción, no sólo de pautas culturales, sino también del idioma y la religión. Sobre este conjunto de manifestaciones simbólicas logró imponerse el Estado argentino, mediante la construcción de un hábitus nacional, difundido principalmente, desde las prácticas sociales de conmemoración ligadas al calendario litúrgico de fechas patrias y desde la institución escolar. Este proceso implicó que durante un período de tiempo –aproximadamente de 1950 a 1970- los galeses abandonasen sus prácticas culturales, hasta que son recuperadas no sólo por parte del Estado provincial, sino por el mismo grupo que ante la llegada de la empresa que construyó la Represa Futaleufú, reaccionó profundizando el carácter organizacional del grupo. Sin embargo, varios de los aspectos recuperados son tomados como etiquetas que representan una forma de diferenciarse de los chilenos y de todos aquellos outsiders, que en algunos casos son vistos como una amenaza para todos los trevelinenses. Actualmente, los galeses identificados con la nacionalidad argentina, no dudan –más bien sienten ridículo el interrogante- en sentirse plenamente y en primer término argentinos. Es así como sienten que representan mejor a Trevelin en competencias y presentaciones ligadas a la tradición gauchesca argentina o bien cuando deben asistir a eventos culturales fuera de la provincia. Localmente siguen siendo los gringos, los galenses, reconocidos por su ascetismo e introversión. Pero sin duda, ocupan el lugar destacado de primeros fundadores, junto con el Coronel Fontana, imagen representada en los eventos y ceremonias oficiales que se recuerdan todos los años y durante varias veces al año. En este sentido, se puede ver el éxito del proyecto estatal vinculado a la obtención de articulación de intereses con respecto a los sectores representativos de la población local.

Por oposición, el grupo de chilenos parece no tener reconocimiento de un pasado compartido con el grupo de galeses, ni tampoco hazañas históricas para recordar. Esta imagen no sólo es sustentada por quienes tienen a su cargo la construcción de la memoria colectiva de la comunidad (y por ende del olvido), también al interior del grupo es un pensamiento que posee consenso. Para explicar este modo de vinculación con el pasado, se hace necesario remitir a las dificultades que tuvieron los chilenos para instalarse y obtener tierras en los alrededores del pueblo de Trevelin. Esto en profunda vinculación con las representaciones negativas que se construyeron desde el Estado nacional se promovían y que llevaron a extremos como el de que muchos inmigrantes creyeran responder a su sentido de argentinidad, cada vez que hacían una denuncia en contra de los chilenos. Así, los rechazos iniciales se fueron transformando en chilenofobia hacia 1960, no como proceso particular de Trevelin, sino como movimiento a nivel nacional que podía traducirse a nivel local con la “sigilosa penetración chilena” que había comenzado muchas décadas atrás.

Al mismo tiempo se produce la construcción de los rasgos que definen la chilenidad en Trevelin. Ésto tampoco es un proceso exento de oposiciones al conjunto de rasgos y etiquetas que develan las identificaciones chilenas. Por un lado, se encuentran quienes orgullosos del hablar achilenado, de reproducir espacios de interacción y socialización como las ramadas y fiestas chilenas, reconocen y adoptan la chilenidad por oposición al argentino aburrido o al galés “elitista”. Pero es este grupo el que es consciente que dicha elección tiene el costo de ser sometido a tratos discriminatorios, y al estigma que implica el mote de chilote. Por otro lado, se encuentran quienes deciden reconocer no sólo la superioridad de los galeses y buscan posicionarse socialmente de una forma diferente al resto de los chilenos. Quienes se ubican dentro de este grupo también rechazan a los chilotes por su forma de relacionarse, de socializarse, de hablar y, de vestir. En definitiva todos aquellos rasgos que los identifican como grupo.Sin duda, el lugar de nacimiento no constituye la base exclusiva de las identificaciones de un grupo. Actualmente los chilenos nacidos en Chile son una minoría ínfima (alrededor de un 3%); sin embargo, la chilenidad que los define como grupo étnico abarca un amplio espectro de la comunidad trevelinense.

Por otra parte, prácticamente no existen espacios de interacción entre galeses y chilenos, excepto en los espacios generados a partir de las actividades y relaciones ligadas al trabajo. Históricamente ésta ha sido la única forma de vinculación y, en algunos casos dio origen a algunos matrimonios aislados entre mujeres chilenas y hombres galeses. Pero las prácticas culturales de uno y otro grupo se encuentran totalmente diferenciados y delimitados. Aquellas prácticas sociales pertenecientes a la comunidad galesa son legitimadas mientras que las prácticas vinculadas a la reproducción de la chilenidad en Trevelin, son censuradas básicamente por su carácter “amenazador” a las buenas conductas.
La pretendida integración regional por parte de organismos internacionales y nacionales ha planteado un nuevo modelo de relación con “los hermanos latinoamericanos”. Sin embargo, en varios aspectos ha provocado el proceso contrario: reflotar y recuperar viejas premisas nacionalistas, paralelo al acrecentamiento de las diferenciaciones con el vecino, que puede ser del mismo país o bien del estado que se encuentra del otro lado de la frontera. Este es un fenómeno que quienes llevan adelante los procesos de integración aún no se plantean. Quizás porque lo que se pierde de vista es que al tratar este asunto no sólo deberían contemplarse las barreras actuales sino las construidas históricamente, tales como la escala de alteridad que se intentó demostrar para el caso de Trevelin”. (1)

(1) Extraído de la tesis de Maestría en Ciencias Sociales con mención en Sociología: “Procesos identitarios en el espacio fronterizo de Futaleufú, chilenos, galeses y `los otros´, (1902-2002)” (FLACSO, 2003).

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