domingo, mayo 07, 2006


PATAGONIA – CHARLANDO CON ALEJANDRO AGUADO

En el 2003 estando en Perito Moreno conseguí un libro muy interesante de un joven autor comodorense: “El Viejo Oeste de la Patagonia”...

Pasaron tres años y en uno de sus mails Danka Ivanoff nos sugería ponernos en contacto con un joven autor de Comodoro...casualidad o no, era Alejandro Aguado, el autor de ese libro que adquirí al Sr. Munnir en el Belgrano.

El Guanaco está de suerte ya que al igual que Clery y Danka, Alejandro aceptó amablemente nuestra invitación.

Alejandro, con generosidad responde a nuestras preguntas y con generosidad nos brinda sus imágenes y dibujos que van a acercarnos un poco más a esta Patagonia que tanto conoce y admira. (La primera ilustración evoca Puerto Mazaredo)

Permítanme presentarles a:

Alejandro Aguado (Comodoro Rivadavia 1972), escritor, dibujante y fotógrafo.

Autor de El Viejo Oeste de la Patagonia ha sido además “pionero en su arte” ya que editó y dirigió Duendes del Sur (la primera revista de historietas del Chubut). Creó y dirigió El Espejo, primer suplemento de historietas y humor gráfico con carácter regional de la Patagonia. El Espejo fue cabecera de un movimiento de historietistas de toda Patagonia. A los 16 años empezó a publicar en el Crónica de Comodoro y ha publicado en Página 12 o La Voz de Galicia.
Con el tiempo varios premios y muchas exposiciones avalan su trabajo. En 1993 obtuvo el primer premio de historieta en la Bienal de Arte Joven de Patagonia. En 1995 publicó Patagónicas al que siguieron Aventuras sobre rieles Patagónicos, Cañadón Lagarto, Tinta Densa Patagónica.

En su faceta de fotógrafo de Patagonia ha publicado en revistas, suplementos de diarios y su obra se ha visto en Buenos Aires, Estados Unidos, Inglaterra y Bélgica.

Y directamente entramos en materia, el mismo Alejandro nos pone al corriente de sus últimos trabajos

En la edición del 2003 se habla de La Asombrosa Patagonia en la Colonización del Senguer y del Valle de los Ancestros como tus próximos trabajos ¿Se publicaron?

Respecto del primero que citan, se publicó tras ser seleccionado por concurso entre 40 obras, y ya se agotó la primera edición, aunque apareció con el título un tanto cambiado: “La colonización del oeste de la Patagonia central. 1890-1919. Departamento Río Senguer, Chubut”.

“El Valle de los ancestros” quedó para más adelante, porque es una crónica de viajes-anécdotas e historia, y por el momento estoy priorizando los trabajos que abordan estrictamente el pasado de la región. Por estos lados resulta inmensamente difícil publicar, así que tengo que analizar bien qué es lo que publico, sobre todo porque últimamente estoy utilizando fondos propios.

Recreación del pueblo Cañadón Lagarto, citado en la entrevista. Se situaba a 110 kilómetros de Comodoro Rivadavia, a la vera del extinto ferrocarril del sur de Chubut.

A principios de este año reedité, ampliado, mi segundo libro: “Cañadón Lagarto. 1911-1945. Un pueblo patagónico de leyenda sacrificio y muerte”. Estoy por reimprimir ampliado, mi primer libro: “Aventuras sobre rieles patagónicos” y también está por entrar a imprenta un libro sobre la toponimia tehuelche de la región central de Patagonia, realizado en coautoría con el tehuelche Oscar Payaguala: “La tierra tehuelche, sus nombres y su pasado. Toponimia de la región central de Patagonia”.
Tengo inéditos otros dos libros: “Aquellos exploradores olvidados. Koslowsky, Botello y Steinfled en Patagonia” y otro referido a los tehuelches.
La tercera edición del “Viejo oeste de la Patagonia…” ya se agotó, así que estoy preparando la 4º edición, también ampliada.

Me gusta seguir trabajando mis libros publicados. Por sus características, sucede que una vez editados siempre aparece gente que facilita información de forma espontánea, a veces desde los lugares menos sospechados del país, o bien se accede a nuevos testimonios y documentos que complementan lo ya publicado.

En una región tan vasta y con casi todo por hacerse en cuanto a investigación, uno como investigador no puede abarcar todo el territorio, sería una tarea titánica (los que intentan hacerlo terminan incurriendo en errores o en grandes olvidos). Por eso mismo me centro en algunos espacios determinados y los continúo trabajando en el tiempo, pero la información que aparece en esos mismos espacios, de un modo u otro, me termina conduciendo hacia otras regiones vecinas y de ese modo se sigue ampliando el espacio donde trabajar. Con ello uno también trabaja sobre seguro, teniendo una buena base.

Con Brígida Baeza, colega a la que entrevistarán, estamos proyectando encarar un trabajo en conjunto.

El gran problema que tenemos en este confín del mundo es que contamos con dos o tres editoriales con escasa estructura y que casi no cuentan con un sistema de distribución (al menos en esta provincia, en Chubut), así que en general los autores nos tenemos que arreglar por nuestra cuenta o, si se tiene suerte, se lo hace con el auspicio de algún organismo del Estado. La cultura en esta región de Patagonia es algo totalmente marginal, sobre todo si tiene que ver con el arte. De todos modos no me puedo quejar porque he tenido bastante suerte y buenos apoyos institucionales, claro que además de pelearla muchísimo y no agachar la cabeza ante las dificultades.

Para dar un ejemplo de los apoyos institucionales, por ejemplo, el primero me lo editó el Gobierno del Chubut por iniciativa del entonces Gobernador Carlos Maestro. Me llamó por teléfono para comentarme que me iban a editar el libro, y de la sorpresa medio casi ni hablé. Cuando sí hablé fue cuando hicimos la presentación junto al Gobernador. Asistieron todos los medios de comunicación, y era como sentirse una súper estrella. El fue quien me dio el empujón inicial par salir al ruedo. Luego presenté libros posteriores con la presencia de otro Gobernador, José Luis Lisurume, en el pueblito lago Blanco, de 200 habitantes. Fue una presentación de entrecasa, muy distinta a la de las ciudades, con asado criollo de por medio y charlando con la gente del lugar.

En el otro extremo, las autoridades de la provincia también propiciaron que presentara mis libros y un video basado en uno de ellos, en la Feria Internacional del libro de Bs As, ante una sala con 500 personas. Fue una experiencia impactante estar sobre un escenario, apareciendo en una pantalla de video gigante, ante tanta gente. Es verdad eso que cuentan los músicos acerca de que se siente una energía como respuesta del público.
Las grandes editoriales, que se concentran en Buenos Aires, a dos mil kilómetros de distancia, no nos publican porque no se interesan en conocernos, pese a que en general los autores patagónicos vendemos bastante bien. Lo que editan en Bs As. sobre Patagonia se centra en crónicas de fines del siglo XIX o en crónicas de viajeros modernos, libros que a decir verdad suelen resultar bastante estereotipados porque sus autores escriben sobre lo ya conocido o desde el desconocimiento de aspectos que resultan básicos para los patagónicos.

Comodoro 1917: La estación del ferrocarril en el casco céntrico de Comodoro Rivadavia

El problema es que los patagónicos somos la periferia de la periferia y nuestra voz no tiene mucho peso que digamos. Como mucho, los patagónicos nacidos y criados, debemos ser unos dos millones, en un espacio territorial que debe representar casi la mitad de Argentina, país de unos 40 millones de habitantes. Que nuestro actual presidente sea patagónico nos ayudó un poco en la difusión de “lo patagónico”, pero no demasiado.

También nos faltan medios de difusión que canalicen, analicen y difundan la obra de los autores patagónicos, como así también escasean dentro de los medios profesionales que ocupen puestos claves, con una amplitud de criterio tal que difundan a todos. Son muchos los autores patagónicos que realizan obra honesta, pero que no trascienden como se merecen por el solo hecho de no tener “contactos” dentro de los medios. La publicación de la obra y una apropiada difusión tienen que ir de la mano para que el trabajo trascienda, sino el lector no sabe que la obra existe.

A pesar de la juventud de nuestro invitado tenemos con nosotros a un artista patagón con una impresionante trayectoria, es pues muy interesante saber de Alejandro Aguado ¿Como fue tu infancia en Comodoro?

Mi infancia se desarrolló en la época de la dictadura militar y todo lo que ello conllevó. Recuerdo muy bien cuando en el centro de la ciudad detenían los transportes y obligaban a bajar a los pasajeros para palparlos de armas y pedirles documentos. O los frecuentes retenes en las rutas. Me quedó grabado el miedo que sentía la gente en esos momentos, miedo que aún no se termina de disipar. De chico me causaban admiración los uniformes y las armas.

También tengo muy presente el conflicto con Chile, cuando en 1978 casi nos llevan a la Guerra con ellos, o la Guerra de Malvinas en 1982. Comodoro Rivadavia fue el centro de operaciones desde el continente. Recuerdo los aviones de guerra pasando con furia, los radares siempre vigilantes situados en las montañas que circundan la ciudad, los movimientos de tropas, el paso de los tanques de guerra y camiones con cañones y los
apagones nocturnos cada vez que se pensó que los ingleses nos atacaban. A media cuadra de mi casa paraban temporalmente tropas que tras unos días de estadía eran conducidas a las islas. Tenía 10 años y me lamentaba no tener más edad para ir a pelear, pero con los años se supo lo que sufrieron los soldados.

Aparte de ello, pasé mi infancia leyendo revistas de cómics y tuve la suerte de crecer en un país que es una de las siete potencias mundiales en cantidad y calidad de dibujantes (existe la escuela argentina de dibujo), así que creo que pude leer bastante buen material. A partir de los ‘90 también conocí el excelente cómic español que se editaba en las revistas Cimoc, Zona 84, Tótem, El Víbora, Cairo, Cómix Internacional, etc. De los españoles, Miguelanxo Prado es mi máximo referente.

Leer tantas revistas de cómics, en una ciudad donde existía un único canal de Tv, que transmitía de 18:00 a 23:00 hs., me desarrolló muchísimo la imaginación. Cuando no estaba leyendo revistas o tratando de conseguirlas en negocios de canje, me iba con mis amigos a cruzar los cerros que circundan la ciudad, jugando a ser exploradores, o me la pasaba jugando al fútbol en la cuadra de mi casa o en un gran predio vecino de la Sociedad Rural, dibujando o escribiendo historias violentas que les leía a mis amigos o bien de vez en cuando poníamos en escena una especie de obra de teatro del género de terror, a la que asistían todos los vecinos. Creábamos muñecos con luces y movimiento y nos vestíamos y maquillábamos para asustar, y las presentábamos de noche. Tenían mucha repercusión nuestras puestas en escena. Los partidos de fútbol solían terminar en batallas campales con los equipos contrarios, con heridos en ambos bandos. Eso era parte del divertimento. La calle de tierra en la que jugábamos al fútbol, en la actualidad está asfaltada y apenas hay lugar para estacionar los autos.

También me la pasaba viajando con mis padres. Mi padre siempre fue muy viajero, algo que me contagió y que me sirvió para conocer sitios que nadie conocía y que hoy son turísticos. Esos mismos sitios, comparados a cómo los conocí, perdieron su encanto agreste. Por ejemplo, me di el lujo de acampar una semana junto al Glaciar Perito Moreno, algo que hoy en día es imposible por la gran afluencia de turistas y los costos desmesurados para el bolsillo del argentino medio. Cuando era chico resultaba tan difícil llegar que no andaba nadie por ahí.

También tuve la oportunidad de conocer varios países de Europa y a mis familiares españoles, que viven en un país hermoso pero tan distinto al que crecí. Considero que de esos viajes aprendí muchísimo y lo que más me impactaba era todo lo relacionado con la historia y el arte: los castillos, palacios, catedrales, las viejas aldeas, los museos de arte como El Prado y un largo etcétera. Ver que existen otras formas de vida, de entender el mundo, abre muchísimo la cabeza y cambia la perspectiva. A partir de esa experiencia es que comencé a valorar más a la Patagonia, sobre todo respecto de su naturaleza.

De adolescente quise ser dibujante de cómics y conseguí concretar ese sueño a los 16 años de edad, publicando en el principal diario de esta región. Entre tanto, en Barcelona visité la editorial de Címoc, para mostrar mis trabajos y asesorarme, y ellos me revelaron algo que hasta entonces no había tenido en cuenta. Me preguntaron que hacía allí buscando asesoramiento tan lejos, si en Buenos Aires en ese momento se editaba una de las mejores revistas del género del mundo, la revista Fierro. Desde entonces es como que esa revista fue mi principal escuela, y uno de sus dibujantes y tapistas, Ignacio Noé, uno de mis maestros. A otro de mis maestros lo encontré en Comodoro, al artista plástico José Luis Muñón y en Sarmiento, ciudad vecina, a Juan Carlos Moisés.

Recién a los 21 años de edad comencé a ganar dinero como dibujante. Durante más de una década me fue muy pero muy bien, y publiqué en numerosas revistas y diarios nacionales y dirigí mi propia revista y un suplemento semanal en el principal periódico de la zona, en el que tuve que privilegio de publicar a cerca de 60 dibujantes de Patagonia. Realmente el dueño del diario se arriesgó muchísimo cuando le propuse la creación del suplemento, yo tenía 21 años y nada de experiencia dentro de un medio gráfico.
Las sucesivas crisis económicas destruyeron el mundo editorial del cómic argentino –a mí me fundieron tres veces-, y hoy en día existen muy pocos lugares donde publicar. Los espacios que considero más trascendentes, en los que difundí y desarrollé mi obra, los tuve que crear porque en esta región no existía nada dedicado al cómic.

Parada km 162: recreación del extinto poblado y estación del ferrocarril, Parada Km 162 o Estación Hermitte, situada a 40 km de Sarmiento, Chubut.

¿Como surge tu interés por la historia del lugar?

A la par de esas crisis, a mitad de los 90, vagando por el campo en busca de imágenes rurales para ambientar historias en el tiempo de la colonización, encontré varios pueblos y un ferrocarril abandonado, de los que casi no existía bibliografía. A partir de ello comencé a dibujar estampas del pasado y a indagar en la historia. Mi curiosidad innata y el descubrir que las historias reales del pasado patagónico superan ampliamente a la ficción, me llevaron a dedicarme de lleno a esa actividad.

Creo que si no estuviera todo por hacerse en cuanto a la investigación del pasado de la Patagonia, al menos en esta región, me hubiese dedicado exclusivamente al dibujo.
Pero como la vida no deja de sorprender, esas mismas investigaciones me llevaron a conocer parte de mi historia familiar, por vía materna. Sin proponérmelo, fue apareciendo la historia de mi bisabuelo español, que llegó a la región en 1905. Le pude seguir todo su periplo, muy rico y en algunos casos trágico.

Centro de Comodoro: imagen de parte de la costa del casco urbano de Comodoro durante una tormenta.

¿Cómo vive un artista en Comodoro, la mayor ciudad de Patagonia?

Dedicarse a cualquier rubro de la cultura en Comodoro Rivadavia, como el arte, es una tarea quijotesca porque el contexto es inmensamente limitante. Si uno quiere dedicarse al arte y trascender, o pretender subsistir de ello, debe mudarse a Buenos Aires o irse al exterior, como han hecho muchos de mis viejos colegas y amigos (de tanto en tanto me lamento de no haber seguido ese camino).
Comodoro Rivadavia es una ciudad petrolera, y su sociedad es hiper materialista, dedicada casi exclusivamente a acumular dinero. Lo demás lo entiende o cultiva una muy pequeña minoría, a lo que se debe sumar que existe mucha desunión. Un amigo artista, reconocido internacionalmente, afirma que en los últimos tiempos Comodoro se transformó en una “máquina de impedir”. Es un lugar un tanto difícil para vivir si a uno le interesa la cultura. Con dolor observo a viejos amigos con un gran talento para el arte que, por el contexto de esta ciudad, tuvieronque abandonarlo. Entonces supongo que se preguntarán ¿por qué sigo acá, sobre todo si se tiene en cuenta que al ser hijo de padre español tengo doble ciudadanía? Bueno, resulta que tengo una hija que vive con la madre pero que me necesita, y porque el trabajo de investigación que realizo no se puede realizar si no se está acá. Comodoro es una especie de base para movilizarse por esta región.
Igualmente interesante, por tu conocimiento, es saber ¿Cómo ves Patagonia hoy en el 2006?

Patagonia está muy bien económicamente y poblándose aceleradamente con migrantes del norte argentino y de países limítrofes, como bolivianos y peruanos. Todos se concentran en las grandes ciudades y en los pueblos la realidad no cambia mucho que digamos. La brecha entre las ciudades y pueblos del interior es muy grande, en todo sentido. Los descendientes de los colonos europeos que poblaron la región y los indígenas de Patagonia, si esto sigue así, pronto van a ser una minoría.
Patagonia vive un auge del turismo, sobre todo el internacional, lo cual es muy favorable para la economía de ciertos sectores y muy desfavorable para los que la habitamos porque los costos para viajar se nos triplicaron. Pero eso es una cuestión interna en la que los extranjeros no tienen nada que ver.

También creo que la imagen que se vende de la Patagonia “impoluta” puede llegar a colapsar en no mucho tiempo porque, a través de la actividad minera y petrolera, al menos en la región central, se están contaminando las cuencas de agua dulce (no hay que olvidar que algunas de las mayores reservas de agua dulce del mundo se encuentran en Patagonia). Los arroyos y surgientes de agua en los alrededores de Comodoro Rivadavia están todos contaminados con metales pesados (según se ha difundido en los medios de comunicación) y la región central de Patagonia cuenta con el alarmante antecedente de ser uno de los mayores lugares del mundo, en proporción a la cantidad de habitantes, cuya población se enferma de cáncer. El deterioro del entorno natural se observa a simple vista, sobre todo con la salinización de los arroyos y la desaparición de la cobertura vegetal del suelo de los cañadones que descienden de las mesetas hacia la costa. Esto se ha difundido periódicamente, no digo nada nuevo, pero se lo acalla una y otra vez porque varias economías regionales subsisten en base a esas actividades. Pese al monto de dinero que se maneja en Patagonia y el reducido número de habitantes que somos, existe mucha pobreza, cuando deberíamos vivir como reyes.

Paraje argentino El Triana, situado junto al Alto Coyhaique chileno y en inmediaciones de Aldea Beleiro (fundada por el gallego Rafael Beleiro)

¿Que lugares nos recomendarías visitar?. Se que esta es una pregunta complicada, ya que a veces es mejor que según que lugares sigan como están (es decir cuanto menos se conozcan mejor).

Es cierto lo que dicen, existen numerosos lugares que es mejor que sigan aislados y solitarios como están. Muchos de ellos son increíblemente hermosos y valiosos por todo lo que contienen en cuanto a paisajes, o vestigios históricos y prehistóricos. No son muchos los que los conocen, aún entre los patagónicos. Por ejemplo, existen varios pueblos abandonados, del tiempo en que la colonización de Patagonia era igual a la del lejano oeste norteamericano, que están detenidos en el tiempo y son museos al aire libre. Sitios con arte rupestre (en Patagonia se remonta a 9 mil años antes del presente) existen centenares y centenares, pero son muy pocos los habilitados para el turismo. Todos, casi sin excepción, se sitúan en paisajes espectaculares.

El turista europeo es muy respetuoso y sabe valorarlos, en cambio, por comportamientos demostrados durante décadas, el local puede resultar muy peligroso para esos lugares.

Recomendaría los que ya están establecidos como turísticos: Bariloche y toda la comarca andina (lagos y bosques de San martín de Los Andes, El Bolsón, Esquel,etc.), Puerto Madryn y algunos pueblos y pequeñas ciudades costeras que son joyitas, como Puerto Deseado y San Julián (Santa Cruz) o Camarones y Puerto Pirámides (Chubut). Los pueblos y ciudades de las antiguas colonias galesas del Chubut: Trelew, Gaiman, Trevelin. Las zonas de ventisqueros y glaciares, como El Calafate o El Chaltén (Santa Cruz). También los bosques petrificados habilitados para el turismo, como el Ormachea en Sarmiento (Chubut) y el del norte de Santa Cruz, o las deslumbrantes Cuevas de Las Manos en el norte de Santa Cruz. Podrían existir más sitios turísticos, pero no están habilitados.

Hablando de tu Viejo Oeste, ante el volumen de datos ¿Debiste tener mucho trabajo en la recopilación de información?

Si, muchísimo trabajo, pero el que le continúa presenta el doble de información (“La colonización...”). En mis trabajos trato de presentar información inédita, que abunda y mucho, pero para obtenerla y procesarla se debe trabajar años y años, hurgando en la muy extensa bibliografía sobre Patagonia, visitando archivos oficiales (expedientes, mapas, informes, etc.) y recorriendo la región para entrevistar a su gente.

Cada libro que publico intento que realice un aporte válido, que presente aspectos hasta entonces desconocidos. No me interesa trabajar temas ya abordados por otros, sobre todo porque de ese modo también aprendo y conozco regiones sobre las que había poco o nada de bibliografía.

Respecto del tratamiento de la información, trato de presentarla ya digerida, en forma de relato, para que sea accesible para un gran espectro de lectores. Somos muy pocos los que realizamos trabajo de campo en el campo, en profundidad. En cierto modo ello nos favorece porque se trabaja más tranquilo y se evitan los “celos” profesionales y competencias que se generan en las ciudades.
Por mi forma de trabajo, es tanta la información que acumulo para cada libro, que siempre me quedan “excedentes” que me dan pie para elaborar y concretar otros libros. Así, de un libro principal, concreto uno o dos que funcionan como anexos.

En la Patagonia hay grandes nombres de personajes que han forjado la historia, Alejandro ha contribuido con a su trabajo a acercarnos a algunos de ellos como Julio Koslowsky Herpetólogo, colaborador del Perito, descubridor de meteoritos, historiador de los tehuelches, primer pionero en la zona del Valle Huemules. ¿Puedes contarnos un poco de él?

Koslowsky fue un personaje excepcional, pero no el único, ya que existieron muchos “grandes personajes” olvidados por la historia oficializada. Esos personajes actuaron en el tiempo en la que Patagonia era mayormente desconocida para la sociedad occidental y estaba siendo explorada (fines del siglo XIX, principios del XX). Fueron olvidados porque tras realizar sus enormes contribuciones al conocimiento de la región, se radicaron en Patagonia.

En este país, Federal en las letras pero Centralista en la práctica, lo que no pasa por Buenos Aires se podría decir que no existe. El porteño (léase habitante de la ciudad de Bs. As.) se caracteriza por ser bastante culto, pero no lo es con la realidad presente y pasada del interior del país. Es decir, al radicarse en una región marginal como Patagonia –más en aquellos tiempos-, fueron olvidados.

En “La colonización...” aparecen otros dos exploradores del Museo de La Plata y colaboradores del Perito Moreno, Eduardo Botello y Antonio Steinfeld, que exploraron la región entre 1888 y 1890, pero que también fueron olvidados por el mismo motivo. Ellos descubrieron sitios que posteriormente reexploró Koslowsky. Además, en el libro se incluye una muy interesante crónica inédita de sus exploraciones. Como ellos existen varios personajes más. Sus historias de vidas son inmensamente ricas, y hacen sentir a las nuestras como “viditas”.

Transcribo el encabezado del texto dedicado a Koslowsky, que resume un poco su historia de vida:

Julio Germán Koslowsky, naturalista de origen letón, es uno de los protagonistas de la historia de la Patagonia argentina que hasta hace pocos años no había sido debidamente reconocido. Fue uno de los tantos hombres de ciencia que trabajaron para el Perito Francisco Moreno en el Museo de la ciudad de La Plata y que en 1896 fueron enviados a la Patagonia para explorar los territorios que aún permanecían desconocidos, además de estudiar su flora, fauna y topografía con ojos de científico y delimitar el límite fronterizo con Chile.

Entre sus méritos, se cuenta el haber explorado el departamento Río Senguer; el ser uno de los dos primeros exploradores en alcanzar el extremo oeste del recóndito lago La Plata; el ubicar y trasladar al museo de La Plata el primer meteorito hallado en la Patagonia; el ser uno de los dos primeros hombres blancos en explorar la región del Alto Coyhaique (Chile); el ser el primer colono de Valle Huemules y el haber conseguido con su presencia el valle para la Argentina.
En cuanto a su labor científica, Koslowsky fue el primer herpetólogo de la Argentina (rama de la ciencia que estudia los reptiles), fundador de la colección de reptiles del museo de La Plata y en 1916 cofundador de la Sociedad Ornitológica del Plata. Entre 1896 y 1919 publicó numerosos artículos que avalan su labor científica. Koslowsky también fue un gran fotógrafo, y como tal, en 1896 tomó algunas de las mejores fotos que retratan a las tribus tehuelches del suroeste del Chubut.

Su fin fue similar al de muchos próceres de la Argentina, murió pobre y olvidado en su pequeña estancia de Lago Blanco.

Igualmente nos has acercado a Federico Escalada, hablas de la grandeza humana de tal personaje, te agradecería mucho si nos pudieras hablar de tus conocimientos del Sr. Escalada.

Federico Escalada fue un médico que abandonó Buenos Aires para radicarse en un pueblito perdido en medio de la Patagonia, Alto Río Senguer. Al poco de radicarse ingresó a Gendarmería Nacional (policía militarizada cuya función es cuidar las zonas fronterizas) con el grado de Comandante (equivalente a Coronel). Se dedicó a recorrer incansablemente todos los puntos de la región, a atender a su gente, que vivía muy aislada y carente de cualquier confort moderno.

De su trato diario con el gran número de tehuelches y mapuches que residen en la región lindante con Chile, concretó en 1949 un libro llamado “El Complejo Tehuelche”, que revolucionó la etnología y etnohistoria de la Patagonia. Amplió inmensamente lo hasta entonces conocido acerca de los tehuelches.

Una de las principales características de Escalada fue su excepcional calidad humana, por la que todavía es recordado con afecto. Por ejemplo, cuando pasó a ejercer el cargo de Ministro de Salud de la hoy inexistente Gobernación Militar de Comodoro Rivadavia (1944-1955), donaba a los indígenas la totalidad de su sueldo. O bien, más de una vez dejó plantada a su mujer cuando tenían que ir a una fiesta oficial, cuando se enteraba que a centenares de kilómetros de distancia un indígena necesitaba su asistencia médica. Partía de inmediato en un vetusto Land Rover para prestar ayuda. Escalada murió prematuramente, y dejó varios trabajos inéditos que su viuda perdió en alguna mudanza. Entre ellos un segundo libro dedicado a los tehuelches

Boliche del paraje Holdich (80 Km. de Comodoro Rivadavia)

Nos cuentas en tu libro ampliamente sobre las estancias de la zona, debe ser apasionante andar por Patagonia haciendo este trabajo, ¿Puedes contarnos un poco de las entrevistas que realizaste, alguna anécdota?

Llevo muchos años recorriendo estancias, pueblos y parajes rurales de la región central de Patagonia, aunque conozco la totalidad de Patagonia. Lo que más me atrae es ese mundo rural tan diferente del urbano, que conserva las costumbres del tiempo de la colonización, mezclada con la cultura de los indígenas.
Su gente, aunque en general sencilla y hasta algo rudimentaria, es muy sana en cuanto a sus valores. Aunque son cordiales con el desconocido, no lo aceptan de inmediato, pero una vez que se gana su confianza es como que a uno lo consideran parte de su gente.

Eso me ocurrió en varias regiones y resulta muy gratificante. Cuando uno se adentra en esos lugares y su gente, se siente como que se retrocede en el tiempo. Algunas regiones y parajes atrapan de tal modo, que necesito volver una y otra vez, aunque ya no tenga nada para investigar. Me pasa sobre todo con aquellas que eran asentamiento de tolderías tehuelches, ya que los paisajes son espectaculares y parecen detenidos en el tiempo.

En general corresponden a la zona de mesetas o serranías de centro del territorio, que combinan valles o cañadones en los que corren ríos y arroyos, circundados por pastizales y pequeños bosquecillos de agrandes arbustos. Según afirman ellos, esos sitios eran elegidos, porque además de contar con los recursos necesarios para la vida, por la energía que allí se concentra. Por eso mismo allí realizaban/zan sus ceremoniales rituales que se conocen como camarucos (en el caso de los tehuelches) o nigillatun (los mapuches).
No se si es casualidad o no, pero tras visitar esos sitios uno se siente revitalizado. Con los sitios que contienen arte rupestre sucede lo mismo. No por algo en esos lugares se emplazaron cascos y puestos de estancias y pueblos. Conozco varios de los sitios de tolderías (históricos) y de la prehistoria, pero me reservo su ubicación para que se preserven.

En la imagen se observa el arroyo Genoa (“amigo”, en tehuelche) en Choiquenilahue (“paso del avestruz”, en mapuche). Era un sitio de asentamiento semi permanente de tolderías tehuelches, y es el sitio donde comenzó la colonización del sur del Chubut, en 1890.

Por esta actividad se conocen lugares hermosos que de otro modo sería casi imposible de conocer. Me ha ocurrido que me inviten a quedarme en estancias o que me la presten para que vaya cuando quiera. Los asados de corderos (crías de ovejas) patagónicos son imperdibles, porque además de la comida conllevan una especie de ritual en las que se afianzan los lazos humanos. Los cascos de las estancias, que cuentan con todo lo necesario para la vida, se sitúan en los mejores lugares de cada campo, en cuanto a recursos naturales, lo que incluye lo paisajístico. Casi todas cuentan con abundantes vestigios arqueológicos, así que uno se puede entretener visitándolos o buscando “flechas” de piedra.

Eso si, si uno visita varias estancias y puestos de estancias en un día, puede quedar inflado como un globo. Existe una ley patagónica, no escrita, que establece que al visitante se le debe invitar con mate y el visitante no puede rechazarlo porque sería tomado como un desprecio. Tras varias visitas uno queda inflado de tanto líquido que se toma. Si al visitante no le dan mate, mejor que se vaya pronto, porque es señal de que no es bienvenido.

A la mayor parte de los cascos de estancias sólo se puede acceder en camionetas o Pick Up, porque se debe transitar por rutas de tierra o simples huellones abiertos entre los arbustos. Más de una vez rompí autos por meterme en esas huellas, o bien me quedé empantanado en el barro o la nieve.
En dos o tres ocasiones me ocurrió que me recibieron apuntándome con armas de fuego, creyéndome un ladrón de ganado. Pero tras las pertinentes explicaciones la situación se revierte y uno pasa a ser merecedor de la mayor consideración porque el anfitrión busca congraciarse ante la violenta recepción.
No se cómo sucede, pero en regiones rurales distantes entre si y muy poco habitadas (se pueden recorrer centenares de kilómetros sin encontrar un alma) saben de mí o bien de “un muchacho que está averiguando sobre la gente del lugar”, lo que resulta bastante favorable. Las noticias corren de un modo inexplicable. Cada vez que llego parece que me estaban esperando para contarme la historia de sus familias. En estos tiempos pareciera no haber mucha gente dispuesta a escuchar y aprecian que alguien se interese en ellos.


Bersabel Eylenstein, en el pueblo Facundo. Es nieta del cacique tehuelche Maniqueque y mujer de un hijo del fundador del pueblo (el español José Fernández)

En su libro Alejandro nos habla de los últimos caciques Tehuelches ¿Que opinas de lo ocurrido con las etnias originarias de Patagonia?, ¿Cómo está la reservación en el Chalía?

Hasta la llamada “Conquista del Desierto” (1879-1885) y la Pacificación de Araucanía en Chile, se podría decir que Patagonia era un territorio independiente de Chile y Argentina, gobernado por varias naciones indígenas. Recién tras las campañas militares ambos países pasaron a tener cierto control efectivo de Patagonia. Hasta entonces sólo habían existido en Patagonia tres pequeños enclaves argentinos (Carmen de Patagones cerca de la boca del río Negro, la colonia galesa del valle inferior del río Chubut y la factoría del marino argentino Luis Piedra Buena en isla Pavón, en el río santa Cruz) y uno chileno (Fuerte Bulnes y luego Punta Arenas en el estrecho de Magallanes), que para subsistir en parte necesitaban de lo que les proveían los indígenas por medio del comercio.

El pueblo originario de la actual Patagonia argentina es el tehuelche, los que según datos oficiales del 2004, son 4.300 de primera generación, distribuidos mayoritariamente en el sur de Chubut y Santa Cruz. Los mapuches de Argentina, descendientes de varios pueblos que originalmente tenían poco y nada que ver con esa identidad actual (pehuenches, manzaneros, ranqueles, salineros y parte de tehuelches) suman 76 mil. Parte de los tehuelches del norte de Patagonia hoy se dicen mapuches. Es que mapuche sería algo así como ser parte de los pueblos originarios de Patagonia, en contraposición a la sociedad nacional. Es un tema muy complejo y espinoso.

Los tehuelches están presentes, y aunque parezcan totalmente asimilados, conservan sus costumbres y una de sus tres lenguas. Los hoy llamados tehuelches en realidad eran cuatro pueblos culturalmente similares que hablaban tres lenguas emparentadas. Se caracterizaron por tener buena relación con el occidental, pero siempre fueron y son muy cerrados en cuanto a dar a conocer sus costumbres y ritos, para poder preservarlas. Cuando uno logra ser aceptado, penetra en un mundo fascinante. La mayor parte reside en el ámbito urbano, aunque los investigadores siempre los buscan en el rural. No quieren mucho a los investigadores de las Academias, porque según dicen, los van a ver y después publican lo que quieren.

A mí me ayudó para que me abrieran sus puertas, el enterarme de casualidad durante una de mis tantas investigaciones, que por vía de mi bisabuelo materno, desciendo de un importante cacique tehuelche. Mi bisabuelo materno, un gallego de Pontevedra, se casó con una nieta o sobrina del mismo. A partir del cacique estoy lejanamente emparentado con varios de los principales linajes tehuelches, lo que en parte me ayudó para ser aceptado, pero también a partir de que comprobaron que mi interés en ellos era real y respetuoso.
Un estudio genético realizado recientemente en Argentina, descubrió que el 56% de los argentinos tenemos sangre indígena de forma directa e indirecta. Más de un rubio de ojos celestes esconde sangre indígena.

El actual cacique Luis Quilchamal. De fondo se observa el valle de la reserva tehuelche del Chalía, en el sur del Chubut.

Hoy en día los tehuelches siguen presentes, aunque se crea lo contrario, y es un error afirmar lo que tanto se afirma –yo lo he cometido-, como: “el último tehuelche”, “el último cacique”, “los tehuelches fueron...”, “los tehuelches habitaban...”, etc., etc.
La gran mayoría de ellos residen en los pueblos y ciudades, sobre todo en el sur de Chubut y Santa Cruz. En el ámbito rural residen mayoritariamente ancianos inmersos en una cruel pobreza material. Históricamente fueron y son víctimas de todo tipo de atropellos. Si bien hoy en día la situación se está revirtiendo, ello se debe a sus propias gestiones, de su movilización, realizada en conjunto con los mapuches. Sus logros como pueblos originarios hoy en día resultan bastante significativos, pero todavía falta un largo camino por recorrer.
Los tehuelches dicen que su Nación se llama Aonikenk (“gente del sur”) y que comprende la mitad de Chubut y todo Santa Cruz.

La Reserva tehuelche del Chalía se está “mapuchizando” en su cultura, su gente está pobre y envejecida y de las 60 mil hectáreas originales, conservan 32 mil. Cerca existe otra reserva, la de Pastos Blancos-Loma Redonda, más pequeña también por obra de algunos vecinos e intrusos. En la zona además existieron otras cuatro reservas tehuelches y mapuches y una colonia, pero desaparecieron. La historia de cada una de ellas –hasta entonces inéditas- y de sus caciques, la reconstruyo en detalle en el libro “La colonización del oeste de la Patagonia central...”.
Igualmente nos hablas del Chubut de esa época como tierra violenta, los bandoleros, asesinatos y de un caso especialmente duro La Tranquera de los Muertos ¿Cómo conseguiste la información sobre los hechos?

Todas esas historias quedaron registradas en la memoria de los pobladores, en viejos periódicos de la época y en documentos oficiales. Los sitios donde sucedieron también se pueden visitar, y en algunos aún perduran algunos vestigios, como tumbas.

Aunque algunas regiones, entre fines del siglo XIX y las tres primeras décadas del siglo XX, eran más violentas que otras, se podría decir que regía la ley del más fuerte. Todos los hombres andaban con el revólver o un cuchillo en la cintura, siempre. Las historias violentas son incontables y, para darse una idea, basta imaginarse el oeste norteamericano que todos conocemos a través de las películas.

No exagero, esta región fue muy parecida. No por algo muchos de los pistoleros norteamericanos más famosos, como Butch Cassidy y Sundance Kid, se radicaron o vagaron por la Patagonia, aunque por aquí intentaron hacer vida de ciudadanos respetables. Un ejemplo concreto sacado de mi segundo libro: entre 1911 y 1945, cerca de Comodoro Rivadavia existió un pueblo llamado Cañadón Lagarto. Hoy en día de ese pueblo apenas queda un olvidado cementerio con 50 tumbas, en los que sus moradores murieron de balazos, acuchillados o congelados en tormentas de nieve. Los hechos de sangre son tantos que resulta imposible enumerarlos a todos y hasta sería monótono. Sólo una pequeña parte trascendió.
No tan famoso como otros Alejandro nos habla de Asencio Brunel de profesión “bandolero”...¿Cual es tu opinión sobre el bandolerismo?

El bandolerismo hoy en día tiene mucho de mítico y hasta un toque romántico, pero los que lo sufrieron no creo que les haya hecho mucha gracia. La región cordillerana, limítrofe con Chile, sufrió terriblemente el bandolerismo y de romántico tuvo muy poco. Queda muy lindo y es entretenido para la literatura o para las historias de vida, pero nada más. Los bandoleros eran personajes sombríos y marginales, que no resulta conveniente imitar en ningún sentido. Sus vidas no eran para nada agradables de ser vividas. En ciertas épocas y lugares, la propia policía estaba integrada en parte por bandoleros o agentes que llegado el caso actuaban como tales. Un ejemplo fue el de la Policía Fronteriza, que limpió la cordillera de bandoleros, pero tuvo que ser desarticulada por la gran cantidad de tropelías y abusos que cometieron.
Realmente hubo movidas pero, ¿No crees que algunos de los casos atribuidos a bandoleros fueron cortina de humo para tapar oscuros intereses, a veces vecinales, a veces de latifundistas?

Si, claro, lo de los 1.000 obreros huelguistas fusilados por el ejército argentino en Santa Cruz en 1921, en parte fue debido a ello, a que afectaban los intereses económicos de los grandes latifundistas. A esos obreros, integrados por muchísimos europeos, sobre todo españoles, entre otras cosas se los acusó de bandoleros para justificar sus muertes. Por ejemplo, en la zona de Lago Blanco, una de las que aborda “El viejo oeste de la Patagonia”, algunos de los asesinatos parecen responder a esos intereses. Se acusó de asesinato a bandoleros que nunca se encontró, pero casualmente las tierras de los muertos quedaron en manos de grandes terratenientes (disimulado a través de individuos que prestaban sus nombres para que figuraran en los permisos de arrendamiento o títulos de propiedad). Lamentablemente existen bastante estancias que se formaron a partir de muertes violentas, eso era muy común. El problema es que resulta muy difícil darlo a conocer porque los descendientes de los apropiadores, que no tienen nada que ver con el comportamiento de sus ancestros, aún las conservan. Me parece que en ese sentido, la mejor forma de reflejarlo es a través de la literatura.

Duendes patagónicos.

¿Sigues publicando tus dibujos y fotografías?

Publico fotos y dibujos algo espaciadamente. Me dedico casi exclusivamente a realizar ilustraciones a pedido, para revistas, libros o páginas web. El problema es que casi no existen medios en los que publicar. A los periódicos regionales no les interesa dar espacio a los autores de la región. Es que algunos de los principales medios gráficos son bastante limitados en todo sentido, ya que hoy en día se enfocan casi exclusivamente hacia la rentabilidad relegando la calidad o amplitud del contenido (no siempre fue así). En parte se debe a que sus directivos no valoran y aprovechan debidamente la capacidad de sus propios empleados y posibles colaboradores.
Los diarios que realizan lo contrario son los que se editan en el norte de Patagonia, como el Río Negro y la Mañana del sur, de gran tirada, excelentes tanto en la amplitud de información que publican, el tratamiento que le brindan, la cantidad de páginas y los suplementos que editan.

De fotografía tengo pendiente realizar al menos cuatro exposiciones con igual número de series. También, al menos dos de ellas, me gustaría darles formato de libro, pero los costos actuales no me lo permiten.

Ahora en el libro dedicado a la toponimia tehuelche de la Patagonia central, voy a incluir una larga serie de fotografías que ilustran los topónimos. Es como que resumen largos años de recorrer Patagonia. Cuando comencé a viajar y tomar las fotos no imaginaba ni remotamente que me servirían para un libro de esas características.

Hace poco una periodista de no recuerdo que medio de Madrid, me contó tras entrevistarme que varios de mis trabajos digitales los utilizan en cátedras de una universidad de arte de Madrid.
¿Puedes contarnos tus proyectos y en que andas trabajando actualmente?

En la actualidad estoy dándole los últimos retoques a los textos de tres libros nuevos y dos reediciones ampliadas, además de hacer fotografías e ilustraciones por placer. Tengo pendiente realizar al menos una exposición, en Buenos Aires, de fotografías digitales cuyo resultado es bastante cercano a ilustraciones-pictóricas. Estos trabajos, por sus características, creo que funcionarían muy bien en Europa o Estados Unidos. En realidad me gustaría hacer muchísimas cosas, pero no se puede todo. Ahora estoy tratando de aprender a bailar tango, por puro placer.

Realmente también ha sido un placer conversar con Alejandro Aguado, quien para acabar nos regala un sugerente texto:

A continuación les agrego un breve texto que surgió tras una charla con el escritor Ángel Uranga. Conversábamos acerca del silencio, de cómo pasa a formar parte de la gente del ámbito rural.

LOS HOMBRES DEL SILENCIO Por: Alejandro Aguado

Se preguntaba como reflejar el silencio, qué palabras, qué frases serían las adecuadas. Por más que le daba vueltas, y lo intentaba una y otra vez, lo que conseguía no lo satisfacía.

Llevaba años recorriendo el paisaje patagónico, y aunque lo deslumbraba y revitalizaba el verde del bosque cordillerano, regresaba con insistencia a los parajes varados en las solitarias y desamparadas mesetas ventosas, tendidas como prólogos entre la costa y las montañas. Se sentía como un barco sin timón a merced de los caprichos del mar, sólo que su mar era una tierra inabarcable, con el horizonte chato y azulado de lejanía. El influjo del paisaje desprovisto y su gente de largas pausas, palabras medidas y aparente aire de ausencia, le ganaban la voluntad. Le atraía esa calma nacida del contacto diario con lo esencial.

No le importaba destartalar su automóvil en las huellas pedregosas que lo adentraban en el silencio hondo, lacerante. Allí donde perduraban los vestigios de los hombres del pasado, las ruinas de las viviendas de los colonos olvidados o las indescifrables pinturas milenarias estampadas en rocas recónditas, se sumergía en el paisaje. Se sentaba en algún recoveco y se entregaba al ritual íntimo de tomar mate, que era su instrumento para desligarse de sí mismo. Se dejaba envolver por los colores, los contornos, el aire, el sol, los aromas salvajes, transportar por el silencio de la nada hasta sentirse parte del todo.
Era como entrar en comunión con la fantasmal presencia de los antiguos, que le hablaban desde su ausencia con palabras de naturaleza. Esos momentos eran los que daban sentido a su vida, y para lo que los urbanos era vital, para él había dejado de serlo. La ciudad y su mundo se le habían transformado en una prisión sin sentido, esclavizante.
Comenzó a olvidar su existencia anterior, y la gente que frecuentaba también lo olvidó. Se exilió del ruido exterior, y todo en él se volvió silencio, y fue la manera perfecta de expresar el influjo de esa tierra.

MUCHÍSIMAS GRACIAS ALEJANDRO.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Muy buena entrevista y muy interesante el trabajo de Alejandro en todos los ámbitos que se desenvuelve. Buenas ilustraciones que en cada linea tienen se encanto de los pasado. Me interesa el libro. donde conseguirlo?
saludos de coyhaique

Anahi Huechán Quintana

Unknown dijo...

Muy buena entrevista y muy interesante el trabajo desarrollado por Alejandro Aguado.
Las ilustraciones capturan muy bien el ambiente de esa época.
Me gustaría concer el libro. donde adquirirlo? un abrazo a ustedes

Anahi Huechán Quintana
Coyhaique

Unknown dijo...

me encanto todo tu trabajo de investigacion, como conSigo el libro donde hablas d mi bis-abuelo, don JOSE FERNANDEZ, el fundador de facundo. TODA MI VIDA ESTUVE escuchando historias, me encanta. GRACIAS.