viernes, diciembre 01, 2006


PATAGONIA 07 – LA VERANADA DE LOS VASCOS

Ayer estábamos en Camarones, hoy a mil kilómetros...en plena Cordillera, donde el mar sigue acompañándonos.

La primera vez que visitamos Bahía Catalina (allá por el 2002) Álvaro Ríos nos habló de un “plateau” repleto de fósiles situado sobre Guadal.

Pasaron cuatro años, hubo cambio generacional en Bahía Catalina y hoy día Marcela (la hija de Álvaro) junto con su esposo Manuel son el relevo, los herederos del amor que Álvaro transmitía por ese rincón de paraíso. Ellos nos pusieron en contacto con Pascual, quien nos guió a la meseta de los fósiles.
Pascual Díaz Giorgia, nacido en Mallín Grande, es un hombre joven que vive con su esposa y sus dos hijos en Guadal. Buen conocedor de la zona, en el campo (tanto en el de pasto como en el de hielo) ha vivido experiencias de todo tipo. En más de una ocasión se la jugó trabajando como guía sin contar con las condiciones de seguridad necesarias, vicisitudes que le han decidido a trabajar por su cuenta.

Una vez presentados, emprendamos camino...
Tras varias tranqueras, vadear un río y andar por mallines llegamos hasta donde la prudencia recomendaba dejar la camioneta. Desde ahí, siempre en ascenso, iniciamos una caminata de un par de horas.

Mientras andábamos sumergiéndonos en ese fabuloso paisaje, Pascual ataviado en todo momento con una boina vasca (prenda que en su cabeza es como un mensaje de reivindicación) nos contó cuando de pequeño, en una época de enemistades con un vecino, andaba con un revólver bajo el poncho hasta que...“ahí el gallo paró”.
En un descanso, mientras con una multiusos (según Pascual con el mejor invento que han hecho los suizos) decoraba una rama con figuras de guanaco, nos contó que un tío abuelo por parte de padre fue el primero en venir a esas tierras y que allá por 1920 sus abuelos maternos se vinieron para el sur. Es decir sus antepasados vivían allá cuando Bridges.

Veranada de los Vascos o de la Mata Redonda. Pascual nos contó de los vascos que...para ahorrar trabajo se comían a la oveja puntera.

A medida que vas subiendo (según Pascual la meseta está a unos 1.400 metros de altura) el panorama te deja sin palabras. En la foto empieza a vislumbrarse a la izquierda el Bertrand, en frente el Cordón Contreras tratando de contener el Campo de Hielo Norte del que se escapan los Ventisqueros Soto, Huenul (con n) y Fuentes (estos nombres son por los pobladores que viven o vivían en los campos situados bajo cada uno de los ventisqueros), al día siguiente visitaríamos uno de esos campos.
El paseo, en poco tiempo depara el tránsito de la frondosidad del bosque austral a la desolación de la cumbre patagónica. A muy poca altura los árboles desaparecen, solo el coirón, musgos y líquenes resisten las inclemencias

Si miramos a la derecha aparece el Chelenko y de haber estado despejado, tras esas nubes habríamos visto el San Valentín. El único bosque que hay a esa altura no supera los tres centímetros...

Unos metros antes encontramos un ligero contraste de dimensiones. Este árbol desafía a Newton y parece decidido a tocar el cielo algún día.

Los últimos bosques de lengas y coihues cubiertos por espesas “barbas de viejo” son mágicos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

magníficas fotos y gran sensibilidad para reconocer que la Patagonia no es la "tierra maldita" que dijo el naturalista. me quedo con su apodo de "país del viento" y con su inmensidad de brutal belleza. Saludos Beatriz

El Guanaco Volador dijo...

Hola anónima Beatriz

Muchas gracias por tus palabras y por seguirnos

El Guanaco Volador

Anónimo dijo...

sergio jimenez diaz...
està super bueno el blog...y con la sorpresa de encontrar a mi tio pascual (mi tio regalon jejej)..las fotos estan muy buenas..saludos