viernes, febrero 09, 2007


PATAGONIA – HUELLAS DE MUJER
En Chile Chico con Danka Ivanoff


Aquella tarde Bahía Jara era un oasis de paz protegido del viento patagón que soplaba allá afuera en el Chelenco. Nos sentamos en la playa a contemplar el paisaje...

“Cuando me gané la confianza de mis entrevistadas, en más de una ocasión lloramos juntas en silencio”

Quien nos hablaba era Danka Ivanoff, ella también ha dejado huella en las dos siluetas del Guanaco, de ahí (y con su permiso) el título de esta entrada.

Nota antes de continuar:

En este relato hemos obviado contarles la historia de Danka ya que en El Guanaco les hemos hablado extensamente de su persona y su obra. Pueden documentarse sobre nuestra anfitriona en:

“Lección de Historia con Danka Ivanoff Wellmann” Abril 2006
“Cinchando Pa’ no aflojar” Abril 2006
“Chile Chico” Abril 2006
“Mentiras” Abril 2006
“Pioneros de papel” de Mayo 2006
“Lucas Bridges y el Baker” Julio 2006

Sigamos...

“Las amistades no se buscan, llegan solas” nos dijo Danka en uno de sus primeros mails.
Y ya en Chile Chico, Danka nos recibió en su casa con generosidad patagona, nos invitó a compartir con su familia tal cual son y de todos ellos aprendimos un poco más.

Dejen que les cuente de nuestro encuentro y de un paseo con Danka por Chile Chico y alrededores.
Volvamos unas horas atrás cuando...

...Navegando por el Chelenco, disfrutando de la apabullante naturaleza del lugar pensaba “unos libros tienen la culpa de que estemos ahora aquí” y lo bueno es que íbamos a conocer a su autora.
Desembarcamos y a los pocos minutos Danka y su esposo Hugo vinieron a nuestro encuentro. Ella bajó del auto, nuestro primer saludo fue en el muelle con el viento haciendo de notario y a continuación les seguimos con la camioneta por las calles de Chile Chico.

Buen “momento”, estábamos manejando por esas calles que cuatro años antes habíamos conocido demasiado fugazmente.

Sin ni tan siquiera pasar por el hotel a dejar el equipaje, en un abrir y cerrar de ojos estábamos sentados en el salón de su casa. Estuvimos un buen rato charlando, al principio todo muy formal:

¿Y usted Don Hugo...? “mejor simplemente Hugo” respondió y así se fue rompiendo el hielo.

Danka ya tenía preparada la comida, locos y humitas, Chile en la mesa mientras la conversación fluía cual arroyo patagón. Hugo nos contaba, Danka nos contaba, nosotros les contábamos...
Dijo Danka, ustedes disculpen pero voy a salir a hacer un cigarrillo, a lo que pregunté ¿Se puede fumar?, Danka: ahh pero ¿Ustedes fuman? Si...por desgracia.
Ellos y nosotros pensando que no fumaban – fumábamos y por cortesía llevábamos tres horas aguantándonos las ganas de pitar un pucho... todos riendo.
Tras una agradable sobremesa quedamos con Danka a las cuatro y media para ir a pasear.

Llegamos a Bahía Jara donde un grupo de escolares de Coyhaique se disponían a hacer una noche de acampada. De pronto una joven se dirigió a Danka y la saludó con gran cordialidad, era Claudia Millaldeo la tutora de los chicos. Claudia es Profesora de Historia en Coyhaique, nacida en Chile Chico es una de las Mujeres del último libro de nuestra anfitriona...otra casualidad.

Estar en Bahía Jara, rodeados de Patagonia por los cuatro costados, con la autora del libro La Guerra de Chile Chico mientras te habla de Cantalicio es algo como para no olvidar. Nos contó de Los Bandoleros y de su estada en el simposio de Trevelin y así se nos fue pasando el tiempo.
Ya de vuelta paseamos por las calles de Chile Chico del que Danka tiempo atrás nos decía:

Hay un viejo dicho que dice “Quien se apura en la Patagonia pierde el tiempo” y aquí eso es muy cierto. No hay que apurarse para tomar el tren porque no existe, para tomar el bus, porque tampoco existe, para ir al supermercado, porque los dos o tres que existen están a la vuelta de la esquina...


Nuestro paseo siguió a orillas del embravecido Lago.


Y luego visitamos La Puntilla en la desembocadura del Jeinimeni.

Le pregunté a Danka el origen del nombre Jeinimeni:

Up Iwan: cuenta en sus memorias (esto me lo hizo saber Marcelo Gavirati un investigador argentino y yo no he tenido en mis manos esas memorias) que viajó hacia la zona del lago acompañado del cacique Kankel y al preguntarle sobre el nombre del lago este le habría dicho que se llamaba gegunumene. Como los galeses le ponen cremilla a las covales con el tiempo fue castellanizado y quedó geinimeni que ahora es Jeinimene. Hace mucho tiempo investigo este nombre y acudí a Marcelo para que le preguntara a Casamiquela y el arriesgó que la frase completa (que no te la transcribo porque no la recuerdo exactamente) significaría: Esta es mi tierra, el lago gego está ahí. No sé que bases sólidas tiene esta aseveración, lo cierto es que el lago figura como Chelenco (sin K) en el mapa de Juan de la Cruz de Cano y Olmedilla publicado en Madrid en el 1700 y tantos. El nombre jeinimene ha resultado todo un misterio, no es apellido y por lo tanto debe ser de origen tehuelche, de la fracción de los mechuarnekenk que tenían un dialecto distinto a los aonikenk y a los chehuachekenk. Para que me entiendas la raza tzoneka, más conocida como tehuelches ( palabra mapuche que significa gente del sur) estaba dividida en tres fracciones, los tehuelches del norte(chehuachekenk), los del centro (mechuarnekenk) y los del sur (aonikenk), los primeros fueron absorbidos por los mapuches, los sureños fueron asesinados o diezmados por los blancos y no se sabe que pasó con los que vivieron en el centro (desde el río Chubut al Santa Cruz), en fin todo un misterio apasionante.

¡¡¡Se me caía la baba!!!
Al rato acompañamos a Danka a su casa, nos invitó a quedarnos para tomar once (la merienda - cena española), lo que propició conocer a sus dos hijos varones junto a sus respectivas familias. Entre chistes de gallegos, comentarios y bromas de familia fue pasando el rato. Hugo nos emplazó para un asado al día siguiente y así nos dieron las once...de la noche

Tiempo atrás en El Guanaco les hablaba de un futuro viaje a Chile Chico para saldar nuestra deuda de amabilidad con Danka. Tras haberla conocido...nuestra deuda es aún mayor.
Una vez más, Gracias Danka.

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