viernes, febrero 02, 2007


PATAGONIA – DÍA DE CAMPO

Más que un “si no lo veo no lo creo” lo de ese día fue un “si no lo vivo no lo creo”.

Venimos hablándoles de la Casualidad, parámetro que un momento u otro asomará la nariz si viajas por tu cuenta allá en la Patagonia, e igualmente les hemos hablado del Salamandras como un lugar donde siempre vas a encontrar a algún personaje interesante.

Así pues quiso la casualidad que el pasado octubre coincidiésemos con un francés de nombre Pascal en el Salamandras de Coyhaique.

Pascal es astrónomo y habla muy bien el castellano, (le suena chileno con un “toque galo”), andaba por Coyhaique estudiando sobre nudos marineros pues en breve tenía el examen de patrón de barca ¿¿¿???.

Digno de una película de Herzog, realidad surrealista...Resulta que el hombre se compró un campo al que solo se accede navegando, por lo que para poder pilotar su barca (la Milipuye) debía examinarse de patrón de embarcación (La Armada Chilena así lo exige).
Al principio Pascal pensó que éramos familia de los dueños de Salamandras, le contamos lo de nuestra amistad con Chus y pasó aquello de la “curiosidad mutua”. Hubo buena onda y nos invitó a visitar su campo.
Pueden imaginarse que para dos locos por Patagonia esa invitación fue como un regalo, una oportunidad única para navegar por donde la foto y conocer un lugar sensacional. A las pocas horas de haber llegado a Coyhaique ya estábamos armando una visita inesperada, gracias... ¿a la casualidad?

Más adelante estando en Cochrane recibiríamos un mail de Pascal en el que nos decía con gracia “Ya no soy marinero, soy capitán” y nos reiteraba la invitación.

El modo de contactar con Pascar cuando está en su campo es dejando una nota en tal sitio, donde Leonardo (un joven argentino encantador) toma recado para cuando el francés vuelve “a la civilización”. En nuestro caso la nota iba junto a un sobre de quínoa que Chus le hacía llegar.

Llevábamos un par de días en Bahía Catalina y esa mañana habíamos tratado (sin éxito) de contactar con alguien que nos llevara al campo de Pascal. Estábamos donde el Chelenko se desliza hacia el Pacífico y una conversación con unos argentinos nos retuvo el tiempo suficiente para ver como un minúsculo bote neumático aparecía remontando los remolinos del desagüe.
Era Pascal, podría haber llegado cinco minutos más tarde y no habríamos coincidido...Casualidad

Le agradezco a Pascal el haber propiciado la experiencia de navegar por el “hijo del Chelenko”. Tiempo atrás cuando les contaba del Baker no sabía que acabaría conociendo aún más íntimamente ese maravilloso lugar.


El día estaba lindo, la “mise en escène” y el decorado pura fantasía, que más puede pedir este Guanaco Pataneurótico...¡¡¡Navegando por el desagüe en la chata de un francés que se compró un campo a los pies de los ventisqueros patagones!!!


Este es el lugar

Desembarcamos, Pascal nos invitó a un pisquito y nos fue enseñando las mejoras que iba haciendo para hacer más operativa y confortable la casa.
Algo desentonaba, dos perros atados que resultaron ser del vecino. Hacía días que andaban merodeando por casa de Pascal y al parecer le molestaban por lo que había optado por atarlos.

La casa está en un lugar fabuloso.

Imagínense, a orillas de un hermoso lago con un “glaciar en el jardín”, sencillamente fabuloso...DIVINO.

De lo humano...

Estábamos admirados, salvando las distancias podríamos decir que un Rouquaud del siglo XXI nos invitó a su casa. Personaje algo antagónico con el modo de hacer patagónico (otra rima fácil pero cierta).
A medida que pasaba el rato Pascal iba sorprendiéndonos cada vez más.


Observen la foto, eso amarillo...¡¡¡es una excavadora!!!...como lo leen.
¿¿¿Qué hace aquí una excavadora?...ya les dije, digno de Herzog.

Aprovechando que acabaron las obras de mejora de la Pasarela, Pascal compró ese “monstruo” entre otras cosas para ¡¡¡arrancar toda la rosa mosqueta de su campo!!! Decirles que solo unos pocos arbustos fueron victima de ese moderno dinosaurio...creo que Pascal desistió de tan quijotesca batalla. Lo bueno debió ser cuando desembarcaron ese “ferrazo come piedras”.

Cuenta Mauricio Braun en su Pequeña Historia Patagónica:

En septiembre de 1872 Rouquaud embarcó en el Etincelle junto a su familia, llevando gran número de enseres que juzgaron imprescindibles para su vida en la Patagonia, entre otras cosas dos violoncelos y un piano.

El quid de la cuestión es el concepto “imprescindibles”, tics que arrastramos todos...

“Ya saben que en Francia comemos la carne rosada”, dijo mientras destapaba una olla de cordero que tenía la presencia del que te servirán en alguno de los restaurantes de los Champs Elysées, el problema es que ese cordero ¡¡¡es Patagón!!!...imagínense el background (o sea olor). De guarnición tenía unas morillas, colmenillas, múrgoles. Este que les escribe alucinaba, cordero patagón crudo con esas exquisitas setas.
Una vez terminamos de comer, las sobras fueron para los hambrientos perros y logramos convencer a Pascal que debía soltarlos. Salieron disparados, un saludo rápido como agradeciendo nuestra gestión con el francés e inmediatamente se dirigieron al Bertrand a beber. Buen momento ese para alguien fascinado por los perros...y creo que a Pascal también le gustan


A continuación subimos cerro arriba para visitar el glaciar. Parche y la perrita nos acompañaron en la ascensión, mientras ellos correteaban como si nada nosotros andábamos resoplando como condenados...¡¡¡Vaya subida!!! Valió la pena sudar ese “cordero patagón a la francesa” para ver lo que vimos.


A nuestros pies el Bertrand
Y a nuestra espalda el ventisquero y la laguna de rigor


Parche andaba como loco de contento, disfrutó de lo lindo de ese baño de nieve. Según me contó su dueño mas tarde, se llama Parche por la mancha oscura en la parte izquierda de su cara

Allá al fondo el Bertrand se precipita hacia Puerto Idem para dar vida al Baker.

Cuando ya íbamos descendiendo vimos como una barca venia remontando el Bertrand...era el vecino que quizás movido por la curiosidad venía por fin a “buscar a sus perros”

Todo un personaje el señor Huenul, pudimos hablar unos minutos con él. Nos contó que se le quemó la casa y hoy junto a su compañera (así la definió) y su hijo viven en una barraca esperando poder reconstruir su hogar. Viven aislados, se mueve en barca y no sabe nadar. Recuerdo cuando ya nos íbamos, el hombre en la playa con un pucho humeante rodeado por sus cinco perros, con ese paisaje sobrecogedor de telón de fondo fue por un momento viva estampa de la soledad patagona.

Iniciamos la vuelta cuando el sol ya se había escondido tras el Campo de Hielo, renovando cromáticamente el maravilloso paisaje.

Pascal iba a viajar con nosotros hasta Coyhaique y se empeñó en llevarse el trozo de pata de cordero que le quedaba. Navegando de vuelta el aire disimulaba su “perfume”, pero luego en la camioneta la cosa cantaba de lo lindo.

“Oye Pascal, no hay inconveniente en llevarte a Coyhaique pero el cordero viajará fuera”
Ese cordero nunca llegó a Coyhaique...y eso si que no fue casualidad.

2 comentarios:

Matvi. dijo...

Los que te leemos no comentamos mucho, lo que pasa que la belleza te deja sin palabras.

pollyta-nyu dijo...

hola, que maravilloso fue ver el log si demas!
recorde mi viaje tb see! lindo y hermosos parajes jajaj demas!

y esas empanadas que venden en la panaderia la abuela pita ummm super rikas! y el museo de chile chiko y todo..

soy de coronel, la carretera austral la lleva!

al regreso nos vinimos por la pampa, pasando por los antuguos, perito moreno y obviamente nos akompaño el lago general carrera :)



mi familia tiene una casa aya ;)en chile chico.
son onda asi como una de las familia mas antiguas y conocidas. Gamboa.


bueno eso nada mas, ya no se me ocurre mas que opinar, tengo sueño.
otro dia paso nuevamente =)

adios!


Polly!