sábado, febrero 18, 2006


ROAD MOVIE

DE DESEADO A BAJO CARACOLES – LA CUEVA DE LAS MANOS

Hace unas entregas les dejé en Bahía Laura, viendo amanecer en la Amanecer...

La idea era partir pronto para visitar el Bosque Petrificado, pero ante las sugerencias de Javier de Darwin hubo cambio de planes para ver de localizar un “cementerio tehuelche”...Hacía un día magnífico, paseamos hasta las doce, comimos lo que sobró de la cena y una hora más tarde iniciamos el camino de vuelta.

Les cuento una curiosidad...si “navegan” por los ripios en días soleados verán como al rato una de sus orejas empieza a hervir fruto del sol que te acompaña en esas rectas interminables...dependerá de si vas al norte o al sur pero los sentados a la izquierda del auto tendrán su oreja izquierda roja como un tomate, y a los de la derecha lo mismo pero con la oreja derecha.

Tuvimos que volver a Deseado a por nafta, al menos ese año desde Caleta Olivia a Deseado no había ninguna estación para repostar.

Debían ser las seis que llegamos a la Caleta Olivia del Gorosito, coincidimos con el equipo de Sorín que andaban filmando Bombón el Perro y llegamos a conversar con el cuidador de los perros (son dos ejemplares los que comparten el papel).

Visita a la librería donde encontré, además de un par de buenos libros, conversación con el librero (de ascendencia andaluza).

Decidimos cenar pronto y a eso de las once ya dormía, mi cuerpo y mi cabeza necesitaban parar para recuperarme de 48 horas seguidas sin descanso.

Las Heras

Salimos pronto de Caleta, los picos de pato nos acompañaron hasta las Heras donde soplaba un viento imponente. En esas largas rectas que cruzan la Pampa del Setenta la castigada furgo no pasaba de 50 por hora así que los 300 Km. que separan Caleta de Perito Moreno fueron de road movie de esas lentas, lentas...
Nos adelantó un enorme camión petrolero, nos pegamos a su rebufo cual ciclista, pero lentamente nos fue dejando, metro a metro la caja del camión se iba alejando, no había curvas así que disfruté viendo una secuencia que en nuestra tierra es imposible.

Cerca de El Pluma los de Sorín rodaban exteriores, con la caída de la tarde el viento había ido calmando y se dio uno de esos momentos mágicos... la Cordillera empezó a mostrarse en su verdadera dimensión enmarcada en un cielo inmaculado, todo envuelto en una cálida luz conmovedora.

Perito Moreno es otro mundo, de hecho cuando llegas a la Cordillera Patagonia se transforma, no pierde su carácter pero “se viste” diferente.

Se veía limpio, en plena 40 es un magnífico lugar donde no solo La Cueva de Las Manos es lo bueno.

Para buena la colección de puntas de flecha que tiene la familia Munnir en su Hotel Belgrano, sitio de encuentro de personal de todo tipo que lo hace todavía más interesante.

Ruta 40

Al día siguiente, nuestra road-movie particular nos llevó por la 40 hasta Bajo Caracoles, trayecto espectacular donde los haya...la 40...la auténtica 40. Son unos 138 Km. que no tienen desperdicio.

San Lorenzo

Recuerdo la espectacular visión de la Cordillera a lo lejos con el imponente San Lorenzo.

Bajo Caracoles, uuufff...¡¡¡que lugar y que personal!!! Patagonia profunda, parada obligada, se expone sin ningún abrigo a los vientos de la Cordillera.
Bajo Caracoles es lo más parecido a lo que hablan los libros de la Patagonia del 30, cambiaron las máquinas pero no la naturaleza de las cosas.

Dormimos en la parte trasera de ese hotel, gasolinera, gomería etc., en habitaciones cochambrosas con las puertas de la ventana cerradas con clavos de tal modo que la ventilación de ese cuarto era a través de los agujeros de los cristales. Bueno supongo que fue el scotch y el café al que me invitó el dueño y por supuesto la conversación que tuve con el mientras me apuraban a retirarnos ya que había tres tipos borrachos (muy borrachos), uno de ellos armado, que hizo que ese cuartucho se convirtiera en refugio casi acogedor.

Bajo Caracoles

Ese día habíamos visitado La Cueva de Las Manos.

El Cañadón del Pinturas
Es monumental, invita a perderse río abajo a descubrir secretos que por allá, según Gradín, abundan.
Pero...allá ocurre lo que en tantos sitios de Patagonia...si te alojas depende de donde visitas pinturas exclusivas de la Estancia tal.
Visitamos las que visitan los turistas, la suerte fue que por la hora y la época pudimos bajar solo los cinco que viajábamos y el guía que nos estuvo relatando todo el guión de rigor.

La visita es interesante, vale la pena conocer toda esa zona y darse un paseo entre manos. Sorprende el excelente estado de algunas de ellas...sorprende casi...demasiado.

Un consejo vigilen los ojos, el sendero que desciende hacia las pinturas es de una arena finísima que levantada por las pisadas de la gente se esparce por el aire y acaba envolviendo al personal.

Cuando llegamos de vuelta a la caseta del Guardaparque, tuvimos un encuentro cada vez más habitual...una pareja de nuestra pequeña provincia...ella y mi mujer son del mismo pueblo de nuestra costa.

Paso Roballos

Al día siguiente con una especie de velo en los ojos y tirando de Eufrasia iniciamos viaje hacia el Paso Roballos, en un trayecto que ya les he contado en este blog. Cruzar los Andes por allá...a quien pueda y tenga tiempo no lo duden...estudien como ir porque vale la pena.

Quedó pendiente bajar al Chaltén por la 40, todo llegará.

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